Mes: julio 2016

Plan diario de comidas y ejercicios

Sesión con chaleco de electroestimulaciónHace algo menos de un año sufrí una lesión en la tibia al caerme de una escalera bastante alta mientras hacía unas reparaciones en los exteriores de mi casa. Dejé entonces de ir al gimnasio y a las sesiones de electro estimulación que estaba probando por aquella época (foto de Septiembre de 2015 a la derecha) y desde entonces, salvo las motos -que no es poco-, no he vuelto a hacer deporte. Ayer lunes, totalmente recuperado y ya sin dolor en la pierna, he retomado mi actividad física del gimnasio. Aprovechando que retomo la actividad y que muchos me escribís continuamente preguntándome qué podéis comer y qué ejercicio debéis hacer, se me ha ocurrido lo siguiente. No puedo hacer dietas personalizadas ni aconsejar persona a persona qué debe hacer. Además de no contar con tiempo para ello, no tengo la titulación de nutricionista ni soy entrenador personal, ni mi objetivo es convertirme en ninguna de las dos cosas. Sin embargo, puedo hacer algo que creo es interesante.

Como todos me pedís «ejemplos» de menús y «ejemplos» de ejercicios, a partir de hoy voy a publicar, cada día, lo que como y el ejercicio que hago en el gimnasio, partiendo desde cero. O sea, tanto en la alimentación como en el deporte, voy a suponerme absolutamente nuevo en esto. Aunque en este año parado mi peso prácticamente no ha variado (esta mañana pesaba 85,4 Kg, tres kilos más que mi zona de confort, que la sitúo en 82Kg), mi masa muscular sí ha bajado y por tanto mi grasa ha aumentado ligeramente. Con este plan que voy a publicar busco dos cosas fundamentalmente. Por un lado, regenerar mi masa muscular y perder un poco de grasa y por otro lado coger forma física, pues estoy algo oxidado después de tantos meses sin hacer ejercicio de manera continuada.

Debe quedar claro que no pretendo que nadie siga al pie de la letra ni lo que yo como, ni lo que yo ejercito, ni lo que yo compro, ni nada por el estilo. Este ejercicio que voy a comenzar hoy mismo debe servir únicamente como ejemplo y cada uno, una vez comprendido todo lo que explico tanto en el blog como en los libros, debe adaptarlo a su realidad. O sea, las veces que yo como, las cantidades que yo como, los productos que consumo, la cantidad de ejercicio que yo realizo, su duración, concentración e intensidad, son parámetros que se aplican a mi persona teniendo en cuenta mis características actuales. Aunque esté en relativa baja forma llevo bastantes años de gimnasio a mis espaldas y alguien que no esté acostumbrado es probable que no pueda hacer ni la misma cantidad ni con la misma intensidad. Obviamente, también habrá más personas incluso que puedan hacer mucho más que yo. Con 43 años cumplidos, no busco otra cosa que mantenerme en forma, saludable y razonablemente fuerte sin sacrificar la elasticidad, que para mi pasión, las motos, es fundamental. En otras palabras, no voy al gimnasio para tener los bíceps más grandes de la zona, sino para estar y sentirme bien.

Por encima de todo, lo que el plan que me he marcado persigue es mejorar la salud a través de la nutrición y el ejercicio físico. Cada persona puede adaptarlo a sus necesidades. Por ejemplo, el que necesite perder peso debe ser estricto con las cantidades de proteína y grasa. Quién no necesite perder o sólo tenga que perder un poco deberá acercarse a las cantidades por kilo que yo ingiero mientras que quién quiera ganar una gran cantidad de masa muscular deberá reforzar el ejercicio y aumentar su ingesta de proteína y grasa de manera acorde.

Las entradas las publicaré cada día en formato mini-entrada, mucho más resumidas que un artículo convencional como este y básicamente incluirán lo que he comido y el ejercicio que he realizado con un día de retraso. De este modo, mañana publicaré lo que he comido y el ejercicio que he realizado hoy. El martes publicaré lo del miércoles, y así sucesivamente. No puedo garantizar llegar puntual a la cita cada día, así que lo mejor es que si te planteas seguir mi ejemplo comiences el lunes que viene, cuando ya estén publicados todos los días de esta semana. Además, así tienes una semana para ir leyendo lo que voy haciendo y lo que voy comiendo, y puedes mentalizarte y entender lo que necesitarás hacer para seguir este plan.

Dos apuntes rápidos. Mis dos primeros días van a ser especialmente duros en la alimentación y especialmente suaves en el gimnasio. Esto es debido a que llevo casi un año sin ir al gimnasio y voy a progresar casi desde cero en cuanto a resistencia y al mismo tiempo quiero que mi alimentación sea muy estricta esos dos días para ver un resultado inmediato, minimizar las agujetas y tener vitalidad. Por último, en cuanto al gimnasio, recuerda siempre la frase «No Pain, No Gain» (sin dolor no hay ganancia). Si vas de paseo al gimnasio no obtendrás resultados. El músculo debe extenuarse y doler un poquito para aumentar la masa muscular y contribuir al metabolismo de la grasa.

Si quieres tener la seguridad de acceder a todos los planes diarios publicados, usa el enlace de abajo para que te lleguen a tu correo electrónico en cuanto los publique. De este modo los tendrás siempre a mano en tu Smartphone o Tablet. En un rato publicaré la rutina de ayer y si ya te has suscrito debería llegarte de manera automática a tu email.

Día 1: 18/07/2016Día 2: 19/07/2016Día 3: 20/07/2016Día 4: 21/07/2016Día 5: 22/07/2016

Día 8: 25/07/2016Día 9: 26/07/2016Día 10: 27/07/2016Día 11: 28/07/2016Día 12: 29/07/2016

Día 15: 01/08/2016Día 16: 02/08/2016 – Día 17: 03/08/2016 – Día 18: 04/08/2016 – Día 19: 05/08/2016

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Denunciable: Quesos Inmortales en 2016

Quesos Inmortales

En estos días se cumplen dos años desde que compré mis quesos inmortales. Dos años durante los que dos paquetes de queso en lonchas han estado en una de las estanterías de mi despacho, pasando frío en invierno, calor en verano y básicamente subsistiendo a unos 23 grados durante las horas de oficina, cuando la calefacción o el aire acondicionado están conectados. O sea, cambiando bruscamente de temperatura cada 8, 10 o 12 horas, en función del día que yo tenga y absolutamente expuestos a la luz. Si miramos en un manual de buenos cuidados del queso, seguramente hay que hacer justo lo contrario a lo que yo he hecho con estos «quesos» durante dos años.

Llevan casi dos años caducados y jamás han estado en la nevera desde que salieron del Carrefour en el que los compré. Cuando los compré en 2014 escribí dos artículos sobre ellos, que puedes leer aquí y aquí. El año pasado por estas fechas, les dediqué un nuevo artículo para celebrar su aniversario, titulado precisamente Feliz Aniversario, en el que explicaba que estos quesos no se habían degradado tras pasar un año en una estantería de mi oficina. Pues bien, hoy vuelvo a traer el tema al blog para todos aquellos que no lo hayáis leído antes, y lo voy a hacer denunciando nuevamente las porquerías que nos venden y las mentiras que se esconden en las vitrinas de los supermercados bajo la falsa apariencia de alimentos naturales.

Como veréis en la foto, no hay trampa ni cartón. De fondo la página web oficial del Instituto y Observatorio de la Armada con la fecha y hora oficiales en España y en primer plano mis quesos, con sus fechas de caducidad. Llevan casi dos años caducados y como podéis apreciar, muestran mejor aspecto que muchas personas que conozco y se empeñan en comer pocas proteínas y pocas grasas. Uno de los paquetes ha empezado a resecarse un poco, pero el otro está prácticamente igual que el día que lo compré. ¿Cómo es posible que un paquete de queso que lleva dos años fuera de la nevera, con cambios continuos y bruscos de temperatura, se mantenga así, sin moho y sin signo aparente de putrefacción? Es sencillo, porque este queso que nos venden no es queso, sino una grasa vegetal probablemente hidrogenada con potenciales efectos nocivos para nuestra salud.

Me apena enormemente que el formato elegido por el fabricante (Abrilisto, s.l.) en connivencia con Carrefour es precisamente el queso en lonchas, que todos sabemos que en gran medida tiene un público infantil y juvenil. Sabemos desde hace mucho tiempo que las grasas hidrogenadas son dañinas para el ser humano, y sin embargo permitimos que los fabricantes nos cuelen este tipo de productos que, entre otras cosas, yo diría que se salta un buen puñado de normativas.

Quesos que no caducanPara empezar, los valores nutricionales del producto brillan por su ausencia. No hay forma de saber lo que estamos comiendo nutricionalmente hablando. No está declarada la cantidad de sal ni de azúcar, aunque parece que la materia grasa es responsable de un 43% del peso del producto. Pero, ¿de qué grasa hablamos? Según leemos en la composición, de «grasa vegetal». O sea, que podría ser aceite de colza, aceite de algodón, aceite de maíz, aceite de girasol, de coco, de semilla de uva o Dios sabe de qué. ¿Conocéis algún aceite vegetal que a temperatura ambiente sea sólido? El que antes solidifica es el de coco, porque es una grasa saturada, y aún así se derrite por encima de los 25-26 grados de temperatura, y eso en mi oficina, especialmente en verano, ocurre casi a diario, especialmente cuando nos vamos y las máquinas de aire paran. Sin embargo, este «queso» no se derrite. El único motivo que se me ocurre es que hayan hidrogenado la grasa para mantenerla hecha una loncha con apariencia de queso, y digo apariencia porque si nos atenemos a sus ingredientes, de queso más bien poco. Para ser exactos, un 10 porciento.

Según leo en el etiquetado del que dice ser «Sándwich», este engendro contiene: grasa vegetal, leche en polvo, proteína de leche, fécula de patata, lactosuero, sales fundentes, (E452 y E338), Queso (10%), sal, acidulante (E330) y conservantes (E202). Las «E» son Polifosfatos (E452), Ácido Fosfórico (E338, ¡como la Coca Cola!), Ácido Cítrico (E330) y Sorbato Potásico (E202). De ellos, sólo este último es relativamente normal que esté en un queso. El resto son más propios de postres, bebidas gaseosas y demás. En realidad, un buen queso no suele llevar ningún aditivo y debe estar compuesto de leche, cuajo (o en su defecto fermentos lácteos, o ambos) y sal. Claro, cuando el queso es así, natural, dura poco tiempo y mucho menos si lo conservas en una estantería de una oficina, donde en lugar de durar dos años es probable que dure entre dos días y dos semanas, en función del calor que haga.

La moraleja de esta historia de mis quesos inmortales no es otra que recalcar la importancia de leer el etiquetado de los productos. Este producto parece queso, y probablemente si lo compramos y lo abrimos huela a queso y hasta sepa a queso. Pero no es queso. Algún listillo me dirá que es que el paquete no pone «queso» pero por su formato y presentación es obvio que está diseñado para confundir al consumidor, amén de que lo cogí de la nevera de los quesos, no de la zona de grasas poco saludables. O sea, aunque parezca una cosa, debemos leer las etiquetas para entender lo que estamos comprando. Aquí, el hecho de que el kilo de queso cueste 6€ ya debe ponernos en alerta, pues lo razonable en función del tiempo de curación es que el queso loncheado fluctúe entre 10 y 14 euros, y hasta 18-20 euros el kilo si hablamos de curaciones añejas. No hay duros a tres pesetas, y menos en alimentación. El litro de leche cuesta lo que cuesta, y no hay forma de hacer queso real sin leche.

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Sin carbohidratos, pero con grasa…

Alimentos con carbohidratosLa importancia de la grasa dietética está fuera de toda duda. Durante tres o cuatro décadas hemos estado escuchando que la grasa era muy mala para nuestro corazón y que podía «atascar» nuestro sistema circulatorio. Bajo el paraguas de este mantra han surgido cientos si no miles de productos «light» que prometían ayudarnos a adelgazar e incluso mejorar nuestra salud a base de reducir o incluso eliminar la grasa de nuestra dieta. Los productos desnatados llegaron a su clímax en el mercado al final de los años ochenta y todavía hoy siguen siendo muy populares. El otro día fui a comprar un queso batido para ilustrar esta receta que publiqué la semana pasada y no fui capaz de encontrar un queso batido con grasa, algo que me parece realmente lamentable, siendo como es la grasa el principal ingrediente del queso.

En el año 2006 se publicaron las conclusiones de uno de los estudios sobre nutrición más importantes que jamás se hayan diseñado. Se trata de la «Women’s Health Initiative», que se llevó a cabo durante ocho años con un presupuesto de 415 millones de dólares. Uno de los objetivos de este estudio era precisamente demostrar que una dieta reducida en grasas mejoraba la salud de las mujeres, y para ello se diseñó una dieta en la que se aumentaban los carbohidratos y se reducían las grasas. Aunque parezca poco razonable, esa es la dieta que llevan precisamente la mayoría de las personas de nuestro entorno: entre un 60 y un 70 porciento de carbohidratos, entre un 20 y un 25 porciento de proteína y entre un 5 y un 10 porciento de grasa. A esto le llaman en los colegios la pirámide nutricional y lo vienen a reducir diciendo que debemos tomar de 6 a 7 raciones de cereales y 5 raciones de frutas y verduras al día, algo no tiene ni pies ni cabeza desde un punto de vista netamente científico, entre otras cosas porque una ración de espinacas hervidas y una ración de zanahorias hervidas -por poner un ejemplo- no se parecen químicamente en nada y por lo tanto el efecto que tienen en nuestro cuerpo es absolutamente distinto.

Women's Health InitiativePero lo curioso de este estudio es que sus resultados no demuestran los efectos «nocivos» de la grasa que se pretendían demostrar. Más bien al contrario, lo que muestran es que la evidencia científica no respalda la hipótesis. Eso sí, 415 millones de dólares, casi 49.000 mujeres examinadas y ocho años después, como aparentemente no fue suficiente, los autores acaban diciendo que se necesitan más estudios (y más millones y más años supongo) para encontrar esta relación entre el consumo de grasa y la enfermedad, añadiendo más cambios a la base de la dieta, o sea, a la dichosa pirámide.

Esta dieta pobre en grasas y rica en vegetales, frutas y granos no redujo los riesgos de sufrir enfermedad coronaria, cardiovascular o infartos en las mujeres post-menopaúsicas objeto de este estudio. Si eres mujer, también te interesará saber que este estudio tampoco encontró relación positiva alguna entre la reducción de grasa en la dieta y la incidencia del cáncer de pecho o del cáncer colorectal en estas mujeres que se sometieron a la dieta low-fat. Las «buenas noticias», según leo, es que estas mujeres no ganaron una cantidad estadísticamente significativa de peso, aunque aparentemente tampoco lo perdieron, algo que desde luego echa por tierra la idea de que no comer grasas adelgaza. Si después de 8 años comiendo muy poca grasa no has conseguido adelgazar, probablemente no se trate del camino idóneo para perder peso, algo que por otro lado ya he explicado hasta la saciedad en el blog y en mi libro Adelgazar sin Milagros.

Mi propia experiencia en este sentido viene a corroborar lo que este estudio demuestra. Después de estar años evitando las grasas y tratando de alimentarme adecuadamente acabé pesando 113 kilos y tomado seis o siete medicinas al día para paliar todos los síntomas que sentía. Por el contrario, en sólo 4 meses de aplicar unos principios nutricionales diagonalmente opuestos a estos, perdí 35 kilos y recuperé mi salud, dejando de tomar todas estas medicinas. ¿Casualidad? Veamos otros estudios científicos a ver que dicen al respecto.

En este estudio, financiado por el Instituto Nacional de la Salud Norteamericano y realizado por las Universidades de Temple, Colorado y Pennsylvania, y publicado en 2010 en Annals of Internal Medicine, se analizaba la diferencia para la salud entre seguir una dieta baja en grasas y otra baja en carbohidratos. Durante los seis primeros meses, lo sujetos que seguían una dieta baja en carbohidratos redujeron su presión diastólica, sus valores de VLDL, sus triglicéridos y en general mejoraron las analíticas en todos los factores de riesgo cardiovascular superando en cada caso a los sujetos que seguían una dieta baja en grasas. Por el contrario, los sujetos que siguieron una dieta muy baja en grasas que podemos leer en este estudio empeoraron en todos los factores de riesgo cardiovascular.

Aunque algunas pautas nutricionales se basan más en el índice glucémico de los alimentos que en su aporte total de carbohidratos, lo que demuestran los estudios es que, a la larga, no es suficiente con consumir alimentos de bajo índice glucémico, sino que es necesario reducir el consumo de carbohidratos en general. Cuando comparamos dos grupos de sujetos con diabetes tipo II siguiendo ambas pautas lo que demuestra este estudio es que el 95,2% de los que redujeron los carbohdiratos lograron dejar de ingerir medicación para la diabetes mientras que sólo el 60,4% de los que vigilaban el índice glucémico de los alimentos pudieron dejar su medicación.

Pero reducir los carbohidratos -al contrario de lo que muchas personas creen- no significa necesariamente incrementar el consumo de proteínas, algo que por otro lado no hay evidencia científica de que entrañe riesgo alguno para la salud sino más bien al contrario como podemos leer en este estudio. En realidad, el déficit de energía que creamos al reducir los carbohidratos en la dieta debe suplirse con energía procedente de la grasa. En primera instancia, y si así lo necesitamos, utilizaremos la grasa corporal acumulada, adelgazando y mejorando nuestra salud, pero posteriormente incrementaremos el consumo de grasa para suplir el déficit energético, y siempre que no elijamos la grasa hidrogenada, podremos comer un razonable conjunto de grasas que incluyen tanto las de origen vegetal como las de origen animal y con los distintos grados de saturación que la naturaleza nos ofrece, pues debemos usarlas todas en la dieta.

Por lo tanto, si quieres comenzar a cuidarte, vigila la cantidad de carbohidratos que ingieres y no dejes de ingerir cantidades razonables de grasa. En la calculadora de nutrientes podrás ver la cantidad de proteínas y grasas que deberías comer al día de acuerdo con los valores establecidos en la Isodieta.

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Transgénicos y Premios Nobel

Premios Nobel apoyan Alimentos Modificados Genéticamente

Supongo que todo el mundo sabe a estas alturas que más de 100 Premios Nobel han firmado una carta exigiéndole a Greenpeace que cese en sus ataques contra los cultivos transgénicos en general y contra el Arroz Dorado (Golden Rice) en particular, alegando que este cereal modificado genéticamente y otros similares podrían paliar el hambre en el mundo y en concreto salvar hasta dos millones de niños al año en el sudeste asiático. Me parece un tema apasionante y si hoy fuese a escribir mi libro La Gran Mentira de la Nutrición, desde luego le dedicaría un capítulo entero o dos al tema de los transgénicos. Como el libro ya está escrito y publicado hace cerca de dos años, le voy a dedicar un artículo en el blog para contar algunas «mentirijillas» sobre esta carta y la realidad que esconde.

Ciertos actos de Greenpeace desmerecen el fondo que defiendenAntes de nada dejemos una cosa clara: no apoyo a Greenpeace, más bien todo lo contrario. Me parece que la organización actual dista mucho de la que se creó originalmente y de sus fines originales y el hecho de que hasta su fundador la haya abandonado es suficientemente esclarecedor al respecto. En mi modesta opinión, algunas de sus acciones rozan peligrosamente el terrorismo. Creo que aunque se tenga razón, no vale cualquier medio para defender una postura. No sigo activamente a esta organización y desconozco porqué la han usado como cabeza de turco en esta carta ni me importa lo más mínimo. Me parece mucho más importante comprender qué, quién y porqué ha puesto en circulación esta carta, así que al grano… metafórica y literalmente hablando.

Millones de niños mueren de hambre en el sudeste asiáticoLo que dicen más de 100 Premios Nobel en esta carta es que debemos apoyar la investigación y el uso de transgénicos -aunque ellos le llaman «cosechas y alimentos mejorados genéticamente» o «agricultura de precisión»- porque estos se postulan como la única solución para el abastecimiento de comida a la población mundial, diciendo que para 2050 nuestras necesidades de comida se habrán doblado, y como ejemplo habla del Arroz Dorado, un arroz transgénico que se supone que iba a salvar a unos dos millones de niños que mueren de desnutrición al año en el mundo, aparentemente por falta de Vitamina A ¿Quién podría resistirse a apoyar una carta que quiere salvar a dos millones de niños cada año? Redactado así, no parece difícil que la hayan firmado todos estos Premios Nobel. Pero como he leído hace poco, la ciencia no tiene nada que ver con «créeme» y sí mucho con «demuéstrame». Estos 100 Premios Nobel nos piden que les creamos, pero, ¿Qué nos demuestran en su carta? ¿Qué estudio mencionan? ¿Qué evidencia científica aportan? ¿Qué conocimientos tienen sobre agricultura? ¿Y sobre nutrición?

Yo he repasado la lista y no me ha sonado ningún nombre, pero esto no quiere decir nada más que estoy absolutamente desconectado de los ganadores de los Premios Nobel. En la lista hay un Premio Nobel de la paz, 8 de economía, 24 de física, 33 de química y 41 de medicina. Como ha dicho Philip Stark, decano de ciencias de la prestigiosa Universidad de California en Berkeley, la ciencia versa sobre la evidencia, no la autoridad. Y la evidencia con respecto a lo que se defiende en esta carta es, cuando menos, limitada, si bien la autoridad de tanto ganador junto no deja de ser abrumadora, aunque meramente anecdótica a efectos científicos.

Arroz DoradoEl Arroz Dorado es una cepa de arroz que ha sido modificada genéticamente para tener betacarotenos, precursores de la vitamina A. No es nuevo sino más bien lo contrario. Aparentemente llevan dos décadas tratando de perfeccionarlo en Filipinas, pero no lo han conseguido. Tanto es así que todavía no se ha conseguido obtener una cepa que resista almacenada el paso del tiempo y por lo tanto pueda usarse para cultivar nuevas cosechas después de la recolección. Para colmo, en los estudios llevados a cabo no se ha podido demostrar que exista una diferencia entre suministrar arroz común y arroz dorado a niños en situación de desnutrición. Por si fuese poco, todo apunta a que la forma de cocinar el arroz en el sudeste asiático, donde se está tratando de introducir este transgénico, acaba con los propios betacarotenos que supuestamente proporciona este cereal «mejorado». De hecho, como todavía no queda claro en qué mejora el arroz dorado al arroz tradicional, la organización que realiza su estudio y modificación (IRRI – International Rice Research Institute) todavía no ha enviado el cereal modificado a las autoridades para obtener la aprobación de uso en consumo humano. Vamos, que el supuesto transgénico salvador que va a solucionar el hambre en el mundo, ni siquiera está listo para su uso. En la propia web de la institución, lo que se puede leer textualmente sobre el estado del Arroz Dorado es que en la actualidad se está recopilando y analizando información que soporte su futuro uso. ¿Cómo es Greenpeace culpable de que el Arroz Dorado no esté listo ni su estudio haya demostrado algún beneficio sobre el arroz tradicional?

Sede de la empresa New England BiolabsPero lo interesante de la carta no es el Arroz Dorado, que es meramente ilustrativo del bajo nivel científico de la misma, sino quienes la promueven y porqué. La carta se ha publicado en la web supportprecisionagriculture.org (literalmente significa apoya a la agricultura de precisión). Se trata de una web que no especifica ni quieres son ni porqué debemos creerles. Si miramos el registro del dominio en Internet, este es privado, o sea, alguien paga una cuota anual para que nadie sepa a quién pertenece el dominio. Si alguien tiene interés en ocultarlo, por algo será, ¿no? Pues eso mismo he pensado yo y he investigado un poco más para entender quién y porqué pone en circulación esta carta. Parece se que su promotor es uno de los Premios Nobel firmantes, sir Richard J. Roberts, Premio Nobel de medicina por su investigación relacionada con el genoma… y Director Científico de los New England Biolabs, empresa líder en la comercialización de enzimas recombinadas para la investigación genómica. Para ayudarle, otro Premio Nobel firmante le ha ayudado a conseguir apoyos. Se trata de Phillip A. Shark, también nobel de medicina… además de fundador de Biogen y Alnylam Pharmaceuticals, ambas empresas dedicadas a la comercialización de medicamentos basados en biogenética. El comienzo atufa a interés comercial, pero tiremos un poco más del hilo. Curiosamente, el dominio equivalente «.com» (supportprecisionagriculture.com) pertenece a una organización privada de la que estos dos son miembros…

En el evento de presentación de la carta varias personas fueron vetadas en la puerta (incluyendo responsables de Greenpeace claro), y lo fueron por Jay Byrne. Jay Byrne es un ex-directivo de Monsanto, la multinacional líder mundial en cultivos transgénicos. Pero no es sólo un ex-directivo de Monsanto más. Sus vínculos con la comunicación y la industria de los transgénicos es más profunda. Byrne ha trabajado para el gobierno Norteamericano en distintas ocasiones, llevando asuntos de comunicación para los Kennedy primero y para Bill Clinton después, y en el propio Congreso de los Estados Unidos. Su empresa de estudios de mercado y reputación ha sido la encargada de organizar el acto de presentación de la carta y él en persona ha sido el orador del evento y quien ha decidido quien entraba y quien no al mismo. En la actualidad, Jay Byrne es el presidente de la empresa contratada por la industria biotecnológica para crear opinión positiva al respecto de sus productos, no solo para este acto. Esta empresa se llama v-Fluence y su curriculum que he descrito está disponible aquí.

Senado de Estados UnidosPero, ¿porqué se ha publicado esta carta precisamente ahora? Es mucho más sencillo de lo que parece. En EEUU se han dado cuenta sobre la marcha. Aquí por supuesto nadie ha sido capaz de sumar dos más dos en los medios de comunicación antes de publicar la carta. Resulta que en breve se votará en el Senado de los EEUU sobre la obligatoriedad de etiquetar los alimentos que contengan ingredientes genéticamente modificados. Yo estoy absolutamente a favor de que se etiqueten. Para empezar, porque amplía la libertad del consumidor. Quien los quiera consumir que los consuma, y quien no quiera que no lo haga. Pero lo más importante, para comprender a largo plazo si estos alimentos tienen algún efecto en nuestra salud -algo que de momento no se ha podido probar- tendremos que ser capaces de trazar hacia atrás dentro de veinte o treinta años. Hoy sabemos que las grasas hidrogenadas son malas porque nos hemos dado cuenta en los estudios que las personas que más las consumían caían enfermas con más facilidad. Pues lo mismo deberíamos ser capaces de descubrir dentro de 20 años si es que se diese un caso similar, algo que aunque parece poco probable merece la pena ser investigado a largo plazo. Y claro, si las personas no saben lo que consumen, ¿Cómo vamos a poder estudiar sus hábitos de consumo cuando les ataque una enfermedad grave? La trazabilidad de la alimentación es fundamental para la medicina, mis queridos 41 Premios Nobel de Medicina que habéis firmado la dichosa cartita.

Anuncio de material para niños con DDTLo bonito de los transgénicos es lo que quieren que creamos leyendo esta carta y otras iniciativas similares que han habido antes de esta. La idea de que la manipulación humana sobre la genética de los cultivos puede mejorarlos, hacerlos más resistentes, más nutritivos y mejores para el ser humano es preciosa. ¡A mí mismo me entusiasma la idea! Yo mismo votaría mañana si pensase que eso es lo que realmente se busca, y de hecho estoy seguro de que hay personas en el mundo que trabajan en esa dirección. Lamentablemente, la tendencia mayoritaria no apunta en esa dirección. Permitirme que explique, a grandes rasgos, lo que empresas como Monsanto hacen con la manipulación genética de los cultivos.

Monsanto, al igual que Bayer o BASF, son empresas con origen en la industria química. Su relación con la agricultura viene dada por los pesticidas que crean. Estos pesticidas se utilizan por los agricultores para evitar las mermas en las cosechas y garantizar la rentabilidad de las mismas. A casi todo el mundo le sonará el famoso DDT. El DDT es un pesticida que la propia Monsanto y otras 15 empresas químicas comenzaron a comercializar a finales de los años 40 del siglo pasado, bajo el halo de su modernidad y de que era absolutamente seguro para el ser humano. Bien, por hacer la historia breve, digamos que en la actualidad su uso está absolutamente prohibido en la agricultura en prácticamente todos los países del mundo después de que se haya asociado el consumo de vegetales tratados con DDT con un aumento de los casos de cáncer en Estados Unidos, Reino Unido, los Países Nórdicos, Alemania y Francia entre otros sitios. Así que ahora son estos mismos señores del «absolutamente inocuo para el ser humano» los que nos hablan de la inocuidad de los transgénicos. Tanto fue así que incluso se crearon productos para niños que contenían DDT, como el papel para paredes del anuncio que acompaña este párrafo. Visto el resultado, como mínimo, deberíamos poner sus afirmaciones en cuarentena, ¿no?

Mercado de semillas a nivel mundialPues bien, de unos años para acá, la investigación de estas empresas ha tomado un rumbo distinto. Lo que hacen es crear pesticidas de increíble potencia que acaban con todo: plagas, malas hierbas, roedores y en general cualquier ser vivo que ataque de un modo u otro un cultivo, y rocían estos cultivos con ese pesticida de manera intensa. ¿Cómo logra el cultivo sobrevivir a esa ducha química constante? Pues porque la planta cultivada ha sido modificada genéticamente para ser resistente al veneno, que suele tener origen orgánico, algo que me daría para escribir otro artículo pero que voy a pasar de puntillas en aras de llegar al grano. Lo que ocurrió hace unos años en Estados Unidos es que Monsanto y otras similares lograron que se aprobara una ley por la que las semillas modificadas genéticamente eran patentables. De modo que si quieres comprar el mejor pesticida de Monsanto, el que mayor rendimiento proporciona en las cosechas, debes comprar también a Monsanto las semillas modificadas genéticamente, que por cierto, no tienen capacidad reproductiva. O sea, la vieja tradición agrícola de guardar parte de la cosecha para la siembra de la próxima campaña queda suprimida. El año que viene hay que pasar por caja de nuevo para comprar nuevamente pesticidas y semillas a Monsanto y similares. Pincha en la imagen de la derecha para entender quién controla quien en este inmenso mercado.

En cuanto al IRRI, responsable del proyecto del Arroz Dorado, en su lista de donantes aparecen algunas empresas interesantes que soportan esta visión que estoy exponiendo y cuyos intereses están lógicamente involucrados con el proyecto. Entre ellos Bayer, BASF, Kellogg’s, Mars y una gran cantidad de empresas químicas y fabricantes de pesticidas.

Maiz TransgénicoSupongamos por un momento que el maíz o el trigo modificado genéticamente por Monsanto o cualquiera de estas empresas fuese inocuo para el ser humano, algo que es más que probable a corto plazo. Existe un segundo problema que quizás estemos obviando: estos cultivos se producen en abundancia de unos pesticidas que si bien no afectan al propio cultivo porque este ha sido modificado genéticamente para soportarlo, bien podría resultar que sí afectase al ser humano. Es obvio que se puede lavar todo lo recolectado, incluso para eliminar todas las trazas de pesticida de su superficie antes de que llegue a la cadena alimenticia. ¿pero acaso sabemos si en el interior de la planta, que se ha desarrollado en ese ambiente venenoso, quedan resquicios del veneno que pudiese afectar a nuestro organismo a largo plazo? Yo sostengo, y es mera especulación y opinión personal, que podría ocurrir que a largo plazo nos demos cuenta de que estos cultivos modificados genéticamente ocultan una sorpresa negativa para nuestra salud, no tanto por la modificación genética que han sufrido, sino por el baño constante de pesticidas que han soportado. O peor aún, pudiese ser que al usarlos para alimentar animales que luego consumimos, estos cultivos cambien químicamente la carne que consumimos y que este cambio tenga efectos no deseados en nuestra salud. Algo parecido ya ocurre con el uso masivo de cereales en la industria cárnica y la proliferación de enfermedades gástricas en el ganado que otro día abordaremos.

Y claro, todo este negocio de venta de pesticidas, semillas y demás genera un flujo de dinero y de intereses brutal. ¿Cuánto dinero? Pues no lo sé, pero aquí va un dato curioso: La todopoderosa Bayer lleva meses intentando comprar Monsanto, y hasta donde se todavía no lo ha conseguido, aunque tampoco sigo el caso al minuto y es probable que pueda acabar ocurriendo en cualquier momento si no ha ocurrido ya. ¿Cuánto dinero tienes que manejar para evitar que un coloso como Bayer pueda comprarte? Quizás haya que preguntarle a estos 100 Premios Nobel. Pero parece una jugada maestra por parte de Bayer, que aunque suene a teoría conspiratoria, posee una tenebrosa lógica. Si Bayer controla Monsanto estará en control de lo que cultivamos, de los pesticidas que se usan, y en una posición privilegiada en la investigación y desarrollo de medicamentos que hipotéticamente curasen las hipotéticas dolencias que este consumo generase. Macabramente plausible, ¿verdad?

Investigación en Biotecnología y GenéticaEn resumen, soy partidario de la investigación y el desarrollo de los alimentos, incluso en materia de biotecnología y genética, pero estoy absolutamente en contra de que no prestemos atención a largo plazo a las cosas que hacemos. El etiquetado de los productos transgénicos debe ser obligatorio y su uso voluntario. Además, debemos exigir que una pequeña parte los beneficios que esta nueva industria está generando pasen a sufragar a través de instituciones independientes unos estudios a largo plazo y continuados sobre el uso de los distintos cultivos transgénicos en la cadena alimenticia. Y ya a título de opinión personal, me parece lamentable que se use la firma de 100 Premios Nobel para tratar de ganar una batalla al consumidor, que es el único beneficiado de que se etiqueten correctamente los productos de alimentación. Si puedes hacerlo de algún modo, exige a tus representantes políticos que no permitan que los fabricantes de alimentos decidan lo que deben etiquetar y lo que no. Tenemos que exigir el derecho a la información y mantener la capacidad de decisión.

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