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Adelgazar Dulcemente

Adelgazar Dulcemente

Adelgazar Dulcemente

Si el otro día hablaba de los efectos que produce el azúcar en nuestro cerebro y de cómo resulta casi imposible adelgazar si consumimos azúcar de manera habitual, hoy voy a centrarme en los edulcorantes y de si son apropiados o no para seguir un plan nutricional destinado a hacernos perder peso. Debo confesar que escribo este artículo motivado por la pregunta de Cindy en los comentarios del artículo El Efecto del Azúcar en el Cerebro. En su pregunta, Cindy quería saber si los edulcorantes sirven para adelgazar o si confunden al cerebro, y lo cierto es que hay bastante literatura científica al efecto. Desafortunadamente, mucha de esta literatura basa los resultados en el recuento de calorías, pero si hemos aprendido algo últimamente es que las calorías son sólo una parte de la ecuación para adelgazar y que mucho más importante que el número de calorías es su procedencia.

Desde un punto de vista netamente energético, los edulcorantes son eficaces cuando los usamos en el marco de una dieta diseñada para hacernos adelgazar. La mayoría de ellos no aportan calorías y por lo tanto el balance energético neto de la ingesta de alimentos que realizamos es inferior que si utilizamos azúcar para endulzar. Sin embargo, como comento en el libro, adelgazar no es tan simple como ingerir menos calorías de las que consumimos. Ya he repetido hasta la saciedad que las dietas hipocalóricas que reducen la grasa y las proteínas nos hacen perder peso a base de destrozar nuestra masa muscular, de ahí que se produzca con frecuencia un efecto rebote y los resultados no sean permanentes. Lo importante, como acabo de decir, es entender el tipo de calorías que estamos ingiriendo.

Pues bien, como iba diciendo, otros factores son determinantes en la pérdida de peso, y uno de ellos es precisamente el papel que juega el cerebro dentro del metabolismo. Nuestro cerebro utiliza distintos receptores para identificar sustancias y preparar nuestro organismo para dichas sustancias. Según he leído en algunos estudios, parece ser que cuando tomamos alimentos dulces, incluso si no están endulzados con azúcares, el cerebro interpreta que estamos comiendo azúcar y prepara el estómago y los intestinos para la digestión del azúcar segregando las sustancias adecuadas. Lo que ocurre es que estas sustancias alteran la digestión porque lo que llega al estómago y al intestino no son azúcares, sino otro tipo de moléculas. Algunos estudios señalan que esto puede tener a muy corto plazo un efecto negativo en el control del peso.

Sin embargo, las buenas noticias son que nuestro cerebro aprende con facilidad y que, después de varias ingestas de este tipo, es capaz de diferenciar cuando tomamos azúcares y cuando tomamos edulcorantes y, en el segundo caso, deja de producir estas sustancias, eliminándose por completo el efecto negativo que supuestamente tendrían los edulcorantes en una dieta diseñada para adelgazar.

Lo dulce nos produce placer y satisfacción. La ingesta de azúcar nos hace sentir bien de manera efímera porque sus resultados a la larga son bastante nefastos. Por ello, cuando comenzamos a adelgazar, una de las tareas más importantes que tenemos que respetar es eliminar por completo el azúcar para superar su adicción y ser psicológicamente libres. Ahora voy a especular un poco: Si los edulcorantes nos producen una sensación de placer similar, ¿es posible que se acrecente nuestro deseo por cosas dulces cuando tomamos edulcorantes y seamos más proclives a volver a tomar azúcar?

Esto es algo que lleva rondando mi cabeza algún tiempo, así que me puse a investigarlo. Resulta que no soy el único que le da vueltas a esta idea y que se han realizado diversos estudios para comprobar esta correlación. Lo cierto es que ninguno parece concluyente. Hay especialistas a favor y especialistas en contra. Estudios que sugieren una cosas y estudios que sugieren otra. A la vista de los estudios, tengo que decir que no está del todo claro. Ayer me propuse un reto para tratar de comprender esto mejor. Durante todo el día, decidí sustituir el agua por refrescos Zero, o sea, los que están endulzados con edulcorantes y son técnicamente adecuados para adelgazar. Mi objetivo era comprender si la ingesta continuada de estos refrescos me producía hambre y/o ganas de ingerir azúcar. Desgraciadamente, no pude completar este experimento porque comprobé que tras ingerir una lata de Acuarius Libre (0% carbohidratos) a primera hora de la mañana tenía una sed de campeonato y me era absolutamente imposible beber nada que no fuese agua. Normalmente, yo bebo bastante agua al cabo del día y si estos refrescos me incrementan la sed, lo tendré difícil para poder llevar este pequeño experimento a cabo. Por la tarde, volví a intentarlo tomándome una Coca Cola Zero, pero igualmente me dio bastante sed al cabo de un ratito.

Por otro lado, tenemos que analizar el efecto que tienen en nuestro organismo los edulcorantes en otros aspectos diferentes a la pérdida de peso. Mucho se ha hablado y se ha escrito sobre la correlación entre ciertos edulcorantes y enfermedades como el cáncer. Parece que el que se lleva el premio gordo es el aspartame (o aspartamo, tampoco me queda claro cual es el nombre en castellano). Sin embargo, debo reconocer que no existen estudios (o al menos yo no los he encontrado) que asocien la ingesta de cualquier edulcorante en sus cantidades máximas recomendadas y ningún tipo de enfermedad. Lógicamente, la excepción son las alergias. Por ejemplo, algunos edulcorantes contienen el aminoácido fenilalanina y hay personas sensibles a este aminoácido. Por lo tanto y como es natural, estos edulcorantes tienen efectos secundarios en dichas personas. Desde luego, no se si por campaña de marketing, por novedad o por rigor científico, el edulcorante que suele salir mejor parado en todos los estudios es el procedente de la hoja de stevia, que suele ser un edulcorante natural a base de extractos vegetales.

Mi conclusión final, después de haber investigado bastante el tema, es que los edulcorantes pueden ser buenos aliados para adelgazar siempre y cuando no se abuse de ellos. Poner unas gotas en el café, tomar de vez en cuando un refresco zero, o usar unas gotas de stevia (yo uso Steviat de Soria Natural) para la realización de alguna receta, no creo que vaya a tener un efecto negativo en nuestra pérdida de peso. Sin embargo, abusar de ellos -como casi de cualquier sustancias que no sea el agua- puede producir efectos no deseados en nuestro plan. Como explico en el libro, cada persona es un mundo y debe aprender a comprender lo que ocurre en su cuerpo. Mi consejo es que si toma edulcorantes y nota que le crece el apetito o que le apetece tomar azúcar, deje de tomarlos. Creo firmemente que en distintas personas los efectos son distintos y por eso los resultados de los estudios de momento no son concluyentes.

El Efecto del Azúcar en el Cerebro

Efectos del consumo de azúcar en el cerebro

Efectos del consumo de azúcar en el cerebro

En el libro explico como el azúcar crea una potente adicción en nuestro organismo. La sacarosa, el azúcar blanquilla habitual, es uno de los principales enemigos en nuestra lucha por adelgazar. Imagino que hasta ahora no habré sorprendido a nadie. Sin embargo, más allá del resultado físico de ingerir azúcar -que lógicamente es engordar-, el aspecto psicológico de su consumo nos impide adelgazar y nos hace sufrir ansiedad.

Ayer hablaba con una psicóloga sobre los efectos psicológicos que acarrea el consumo de azúcar. Al igual que la mayoría de las drogas, el consumo de azúcar tiene un efecto directo en nuestro cerebro. Nos hace sentir bien. Y esa sensación de placer crea una adicción de la cual es difícil salir. Por eso, en el libro explico con detalle como en los dos o tres primeros días de abstinencia de azúcar pueden presentarse algunos síntomas que habitualmente asociamos con el mono que padecen los drogadictos.

Algunos expertos creen que el azúcar tiene hasta 14 veces más poder de adicción que la cocaína y que se trata sin duda de la única droga de curso legal en todo el mundo. Lo que si está claro es que su presencia en todo tipo de alimentos procesados no es casualidad. ¿porqué lleva azúcar una lata de ensalada de pimientos o un bote de mayonesa? ¿es posible que el fabricante le ponga azúcar a su producto para que nos sintamos bien al comerlo y queramos volver a comprarlo en el futuro? Como digo en el libro y en este artículo anterior, el azúcar y la patata son dos alimentos muy baratos de producir y muy versátiles, y desgraciadamente la industria alimenticia los utiliza en una amplísima gama de productos que después nosotros ingerimos con poco o ningún control con resultados desastrosos.

Como es natural, para adelgazar es necesario eliminar el azúcar de la dieta y esto, desafortunadamente, tiene un efecto en nuestro cerebro. Este efecto no tiene nada que ver con la errónea idea que circula por todas partes según la cual el azúcar es necesario para nuestro cerebro. Ya he explicado en bastantes ocasiones que ese mito es absolutamente falso y que el organismo puede producir la glucosa que nuestro cerebro necesita de manera autónoma cuando seguimos una dieta cetogénica para adelgazar, que son unos 40 gramos de glucosa al día. Sin embargo, al adelgazar privándonos de azúcar, sufriremos un pequeño síndrome de abstinencia los primeros dos o tres días. Este mono de azúcar, que se manifiesta de distinto modo según la persona, es más o menos intenso en función de la cantidad de azúcar diaria que el organismo de una persona esté acostumbrado a ingerir a diario. A mayor costumbre, mayor dependencia y más probabilidad de sufrir un síndrome de abstinencia.

Ahora bien, las buenas noticas son que una vez superado el mono en dos o tres días y si se sigue un plan nutricional adecuado, desaparece por completo la necesidad psicológica de ingerir azúcar y nuestro cerebro empieza a funcionar de otro modo, captando energía no sólo de la glucosa sino también de los cuerpos cetónicos que se producen al utilizar la grasa como combustible. Si bien esto no se asocia -como el consumo de azúcar- a la liberación de ninguna hormona que nos haga sentir bien, lo cierto es que nos sentimos con más energía de lo habitual, y esto de algún modo también produce placer.

Recuerdo que cuando era niño había unos anuncios en televisión que defendían el consumo de azúcar porque en una cucharadita «sólo había 17 calorías». Visto ahora en perspectiva, en una cucharadita de cocaína o de heroína seguro que no hay más o menos las mismas calorías, y sin embargo no se me ocurre echarle dos cucharadas de esta droga a mi café. Como explico en el libro, a la hora de adelgazar, las calorías no son el mayor factor a tener en cuenta. En mi opinión, el aspecto psicológico de lo que comemos y cómo lo comemos tiene más importancia que el aporte calórico de los alimentos. No todas las calorías son iguales. Dos alimentos distintos pueden aportar las mismas calorías pero quizás uno de ellos es nutritivo y contribuye a muchas funciones del cuerpo y quizás otro sólo aporta energía.

Pues bien, en el caso del azúcar, sólo aporta energía y adicción. No hay un sólo nutriente en el azúcar. Nada que nuestras células puedan utilizar para cualquier cosa que no sea generar energía. Si unimos esto a que nuestro cerebro recibe señales erróneamente positivas al ingerir azúcar, comprenderemos con facilidad que el primer alimento que debe salir por completo de nuestra dieta, queramos adelgazar o no, es el azúcar. Incluso si su objetivo no es perder peso, no hay nada positivo en el consumo de azúcar, por pequeña que sea la cantidad. Y esto no sólo lo digo yo. Mire lo que dicen en la revista National Geographic acerca de los estudios que relacionan el consumo de azúcar con efectos secundarios en el cerebro.