Esta semana he tenido una gran cantidad de entrevistas con nutricionistas y con técnicos en dietética. Me sorprende, sobre todo hablando con los técnicos, el desconocimiento general acerca del colesterol. Cuando le pregunté a una técnico ayer qué era el colesterol me contestó que se trataba de una grasa que se depositaba en las arterias y que provocaba accidentes coronarios. ¡Enhorabuena Danone!, habéis logrado que incluso las personas que estudian nutrición se crean vuestros anuncios. Cuando le pregunté a esta misma persona qué le recomendaría a un paciente que tuviese el colesterol total en 180 o 200 me respondió que le eliminaría el colesterol de la dieta, pero cuando le pregunté porqué haría tal cosa, no supo responderme otra cosa que «porque lo tiene alto». Cuando le dije que tener el colesterol «alto» no es factor de riesgo de nada -salvo que se asocie a otras patologías- me miró con cara incrédula, así que la envié al supermercado a comprar un bote de Danacol y leerse la letra pequeña.
Un panel de expertos compuesto por médicos, nutricionistas, catedráticos y otros profesionales elabora cada año un informe con las recomendaciones dietarias para el gobierno de los Estados Unidos. En su edición de Febrero de este mismo año, y por primera vez, este informe elimina por completo las restricciones sobre la cantidad de colesterol que se debe ingerir a diario, eliminando cualquier tipo de límite. Les ha costado, pero por fin han comprendido que somos omnívoros y que, independientemente de la cantidad de colesterol que tomemos, nuestro organismo generará el que necesite.
El ser humano, como el resto de animales, genera colesterol endógeno. En concreto, todas y cada una de las células de nuestro cuerpo tiene colesterol, y sin ese colesterol la vida es inviable, pues se trata -entre otras muchas cosas de vital importancia- de un componente estructural de la membrana celular. De modo que si vigilas el consumo de colesterol para evitar tenerlo alto, lamento informarte que el colesterol que ingieres tiene poco o nada que ver con tus niveles de colesterol, pero mucho más lamento que pienses que tenerlo alto te sitúa en una zona de riesgo de algún tipo, pues no hay evidencia científica alguna -como recuerda el propio panel de expertos- que asocie el colesterol alto con la enfermedad cardiovascular y por tanto dicha sustancia no debe considerarse un nutriente cuyo consumo debamos limitar.
Medio año antes de que se publicase este informe yo ya había publicado el libro La gran mentira de la nutrición, en el que denunciaba toda la campaña de mentira y engaño que han utilizado empresas como Danone para inducir un miedo atroz a la población acerca del colesterol y lograr de este modo vender una serie de productos que, lejos de producir beneficios para la salud, probablemente puedan resultar contraproductivos en según qué circunstancias. No voy a enrollarme mucho con esto, pero te anticipo que si tomas alguna estatina para reducir el colesterol y además algún producto tipo Danacol para «ayudar» a reducir aún más el colesterol, es una muy, pero que muy mala idea, y te invito a que le preguntes a tu facultativo si además del colesterol alto tenías alguna otra patología que recomendase el consumo de estatinas. Si la respuesta es «no», pídele que te explique porqué te manda tomar estatinas y quizás no te guste la respuesta que recibas, pues probablemente esté en contradicción con los expertos que han analizado la evidencia científica en el informe antes mencionado. Lo más probable es que no tengas motivo real para tomar estatinas más allá de la necesidad que han creado las industrias farmacéuticas y alimenticias de vender millones y millones de productos que en el mejor de los casos no sirven de mucho a quienes los toman.
Lo cierto es que para empresas como Danone, el hecho de que pienses que vas a sufrir un infarto si tienes el colesterol alto es un negocio tremendamente rentable, de miles de millones de euros. Tanto es así que la práctica totalidad de cadenas de distribución -los Carrefour, Supercor, Mercadona y demás jugadores del mercado- han lanzado sus propios productos para ayudar a reducir el colesterol, y esto es probablemente la aberración más grande del actual mercado alimenticio. Si el colesterol alto fuese un factor de riesgo real para sufrir enfermedad coronaria, ¿sería el supermercado el sitio idóneo para encontrar un medicamento que curase tal riesgo, y que además no necesitase prescripción facultativa? Quiero decir, si tienes una infección leve -de la que seguro no vas a morirte- y quieres tomar un antibiótico, necesitas una receta médica, pero si tienes -según Danone- una sustancia que bloquea tus arterias y puede provocar que fallezcas de un infarto, no necesitas una receta para tomarte algo que te cure dado que lo puedes comprar en el lineal de lácteos del supermercado de tu barrio. ¿tiene sentido? No, claro que no.
Si este engaño milmillonario fuese solo eso, un engaño, no sería más que otro truco publicitario para inducir al consumo masivo de un producto que no vale para nada. Pero es que resulta que consumir estos productos diseñados teóricamente para reducir el colesterol, lejos de beneficiarnos en algo, puede ser realmente peligroso. Si no me crees, vete al supermercado y lee la letra pequeña, pero llévate las gafas, porque es realmente densa y pequeña. En el libro explico los riesgos reales de utilizar estos productos de manera casual, como si se tratase de un yogur más, y no son pocos. No quiero ser alarmista, sino realista. No se trata de que yo te alerte de los riesgos de su consumo, sino de pedirte que leas las advertencias del propio fabricante en el envase de un producto que probablemente consumes y que como probablemente comprobarás ahora te alerta acerca de la cantidad máxima de que debes tomar, del consumo de otras sustancias, de los niveles de carotenoides y del «verdadero» riesgo que corres de morir de un infarto por tener el colesterol alto, que viene a ser el mismo que si no lo tienes alto («puede tener o no un efecto beneficioso»). Si tienes un paquete en la nevera supongo que estás a punto de levantarte a leer la etiqueta, y si no lo tienes, aquí te ahorro el trabajo con esta foto. Lee y recapacita sobre la importancia de leer las etiquetas de los alimentos que compras.