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Receta de Tartitas de Queso con Frutos Rojos v1.0

Hoy os traigo la versión 1.0 de una receta para postre. Se trata de unas tartitas de queso individuales. Digo que es la versión 1.0 porque ya estoy trabajando en la 2.0 que espero poder compartir pronto en cuanto acabe de perfeccionarla.

Se trata de una receta para un postre ocasional. Aunque no lleva azúcar ni carbohidratos refinados, no es un plato del que debamos abusar, pues aporta una cantidad considerable de grasa. En la versión 2, voy a modificar las proporciones sustituyendo la harina de avena por proteína en polvo y el queso crema por queso mozzarella fresco, pero necesito perfeccionar la receta ajustando las cantidades para equilibrar un poco más el aporte nutricional, que ya de por si es magnífico para tratarse de un postre.

En esta versión que hice anoche, me salen 8 tartitas de queso individuales, y según mis cálculos, los valores nutricionales por tartita son estos: Proteínas: 3 gr; Carbohidratos: 3 gr; Grasa: 12 gr

Como veréis, es necesario aumentar la proteína hasta llevarla al menos a los 10-15 gramos tratando de reducir la grasa a los 5-7,5 gramos de manera que tengamos un postre perfecto. Además, en el camino vamos a reducir aún más los carbohidratos pues eliminaremos los provenientes de la harina de avena, eso si, eliminando también la fibra que nos aportaba la dosis de este cereal.

Los que habéis leído mi libro, sabéis que no soy muy amigo de dar marcas comerciales de los alimentos que pruebo y cuya composición es adecuada. Sin embargo, en esta ocasión me voy a saltar esa regla porque los ingredientes que uséis para hacer esta receta condicionarán los valores nutricionales del producto final. Todos mis cálculos están hechos utilizando los valores nutricionales de las marcas que he utilizado. Si cambiáis una marca, alteraréis estos valores, y tenéis que comprobar que los de vuestra marca son similares a los que yo utilizo.

Información nutricional
Receta de Tartitas de Queso con Frutos Rojos v1.0
Cantidad por ración
Calorías 127 Calorías de la grasa 108
% valor diario*
Grasa total 12g 18%
Grasas saturadas 7g 35%
Grasas poliinsaturadas 0.5g
Grasas monoinsaturadas 3g
Colesterol 60mg 20%
Sodio 84mg 4%
Potasio 34mg 1%
Carbohidratos totales 3g 1%
Fibra dietética 0.3g 1%
Azúcares 0.1g
Proteínas 3g 6%
Vitamina A 10%
Vitamina C 0.1%
Calcio 3%
Hierro 3%
* Porcentajes diarios basados en una dieta de 2000 calorías.

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Receta de Tartitas de Queso con Frutos Rojos v1.0
Receta de Tartitas de Queso con Frutos Rojos muy baja en carbohidratos y adecuada para planes nutricionales orientados a la pérdida de peso.
Tarta de Queso con Frutos Rojos
Votos: 1
Valoración: 5
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Tiempo de preparación 10 Minutos
Tiempo de cocción 30 Minutos
Raciones
Porciones
Ingredientes
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Tarta de Queso con Frutos Rojos
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Instrucciones
  1. En un bowl, ponemos los 200g de queso para untar y la nata y vamos disolviendo el queso moviendo con un agitador de varillas. Cuando lo tenemos hecho un líquido homogéneo espeso, añadimos el huevo batido y seguimos moviendo. Utilizando un colador para que no queden grumos, vamos añadiendo la harina de avena mientras continuamos removiendo. Esto espesará la mezcla un poco nuevamente. Cuando lo tenemos todo mezclado, homogéneo y sin grumos, añadimos la ralladura de limón, las gotas de limón y el edulcorante de nuestra elección. Yo he utilizado Staviat, que es un edulcorante natural a base de extracto de estevia de Soria Natural, y con media cucharada ha sido suficiente, pero en realidad se puede utilizar cualquier edulcorante líquido, preferentemente los que no contienen hidratos de carbono.
  2. Cuando tenemos todos los ingredientes mezclados, introducimos en 8 moldes. Yo he usado papel para magdalenas en los moldes porque así evito que se ensucie mucho la bandeja, pero si queréis hacerlo directamente en el molde, yo untaría con el dedo un poco de aceite de coco para evitar que el queso y el huevo se peguen a la bandeja.
    Moldes Tartitas Queso y Frutos Rojos
  3. Con el horno precalentado a 160 grados, introducimos la bandeja y horneamos durante 30 minutos. Pasado este tiempo, sacamos la bandeja, desmoldamos las tartitas y dejamos enfriar sobre una rejilla para evitar que la humedad las moje. Finalmente, decoramos con un poco de mermelada de frutos rojos y ¡Listo para comer!
    Tartitas enfriándose en Rejilla
Notas de la receta

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Azúcar, la dulce droga del Siglo XXI

Azúcar, dulce veneno

Azúcar, dulce veneno

No es la primera vez que el azúcar es considerada como una droga o sustancia que crea dependencia o –como decimos coloquialmente- adicción. Desde siempre hemos ingerido cantidades de azúcares incluidos en todo tipo de productos procesados que salen al mercado, pero fue a mediados del S.XX cuando la industria alimenticia se hizo con el negocio. Un negocio con el que se ahorraba una gran cantidad de dinero gracias al ‘boom’ de los productos bajos en grasa, que contienen niveles exagerados de azúcar –un producto barato y fácil de conseguir-. Nos hicieron creer que las grasas eran malas y dañinas para el corazón, advirtiéndonos sobre la hipercolesterolemia y otro tipo de enfermedades coronarias y neurológicas que supuestamente estaban causadas por el consumo de estas grasas. Nada más lejos de la realidad.

El principal responsable de las enfermedades cardíacas, la diabetes, el alzhéimer, la obesidad, las degeneraciones neurológicas… es nuestro dulce enemigo ‘el azúcar’. Nos contaron la mayor falacia de la historia, inculcándonos el equilibrio de una nutrición basada en alimentos ricos de esta sustancia, ahorrando millones y millones en producción a costa de nuestra salud. ¡Así son los negocios! En eso se basa la economía.

Son numerosos los estudios publicados que muestran los efectos negativos del azúcar aludiendo a tal como una droga cuyos efectos conductuales, neurológicos y fisiológicos son comparables a los producidos por el alcohol, el tabaco e incluso la heroína. Pero no corramos tanto; para ponernos en situación y llegar a comprender por qué se empieza a considerar –o por qué algunos consideramos- el azúcar como una droga, vamos a definir antes dicho término.

Entendemos como droga a aquella sustancia sintética o natural que modifica temporalmente el estado de conciencia. Es decir, cualquier sustancia que pueda producir cambios en la percepción, el estado de ánimo, la conciencia y/o el comportamiento. Quizás penséis que el azúcar no produce ninguno de estos efectos… ¡ERROR! ¿Qué es lo primero que nos enseñan las películas que cuentan infortunios amorosos? ¿Qué hacemos cuando nos dan malas noticias? Cuando estamos sin fuerzas, ¿a qué recurrimos? La respuesta a todas estas preguntas es: ¡El Azúcar! El típico helado de chocolate o los atracones de dulces en las malas noticias y desencuentros amorosos, refrescos y caramelos para subir el ánimo y la fuerza… en resumidas cuentas, recurrimos al azúcar para sentirnos bien, para ayudarnos a ver desde otro punto de vista las cosas negativas, para activarnos. ¿Sorprendido? Sigamos.

Una vez claro el concepto de droga, procedamos a diferenciar entre una adicción y una dependencia. Aunque comúnmente suelen sugerir lo mismo, en el ámbito médico hay una cosa que las diferencia, y es que en la adicción el elemento principal es el comportamiento y en la dependencia es la sustancia. Por lo tanto trataremos al azúcar como sustancia de dependencia. Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV-TR), podemos saber cuándo se es dependiente a una sustancia al evaluar que tres de los siguientes criterios se hayan dando en algún momento en un periodo de 12 meses:

  • Fuerte deseo de consumo.
  • Tolerancia a la sustancia, es decir, necesidad de consumir más cantidad.
  • Problemas de control de comportamiento en relación a la sustancia.
  • Síndrome de abstinencia.
  • Descuido de personas e intereses.
  • A pesar de ser consciente de que su consumo perjudica social, física y psíquicamente, no puede parar la adicción.
  • Rutina de consumo.

Si analizamos detenidamente todos estos criterios para confirmar una dependencia, podemos decir que al menos tres (e incluso más) son compartidos por los consumidores habituales de azúcar.

¿Nos saciamos por igual ante todo tipo de alimentos?

Cuando nos llevamos un dulce o una bebida azucarada a la boca, nuestra primera reacción no es la de dejar de tomarlo. Al contrario, el sabor es agradable y sentimos esa sensación de placer y bienestar que nos proporciona su ingesta, por lo que nos comeremos hasta el último bocado e incluso repetiremos si es posible. Entonces, cabe preguntarse, ¿por qué con productos como el azúcar nunca terminamos de saciarnos? De esta pregunta parten precisamente innumerables estudios sobre el azúcar y su posible acción de dependencia.

El azúcar altera el proceso neurológico que genera un estado de saciedad. Cuando comemos algo o realizamos un tipo de actividad o ejercicio que sea placentero, el cuerpo tiene un mecanismo innato que se encarga de informar al cerebro que al llegar a determinadas cantidades ha de detener la conducta. Por ejemplo, si nos comemos un filete de ternera, quizá podamos y queramos repetir, pero habrá un momento en el que nos quedaremos saciados y sin ganas de comer más de ese alimento. Supongamos ahora que comemos algo dulce. Comemos hasta quedarnos satisfechos, pero tras 15 o 20 minutos volvemos a tener ganas de algo dulce y volveríamos a comerlo – si es que no lo hemos hecho mientras lo pensábamos. Las drogas de abuso tienen el mismo mecanismo: alteran la función que hace que el cerebro active el estado de saciedad.

Hay dos centros cerebrales implicados en este proceso:

–          El Sistema Dopaminérgico (productor del neurotransmisor Dopamina), que es el centro encargado del placer y el mecanismo que activa los centros de recompensa del cerebro. A mayor satisfacción y placer generados por una sustancia, comportamiento, percepción o actividad, mayor será el número de respuestas dadas por este sistema.

–          El Sistema Colinérgico (Productor del neurotransmisor Acetilcolina), encargado de la saciedad y de frenar el comportamiento en sí.

La elevación de Dopamina se produce con toda conducta que provoque satisfacción y placer, por lo que con toda conducta natural que nos produzca estas sensaciones la elevación de este neurotransmisor será inminente. Funciona detectando algo novedoso, haciendo por tanto que la conducta apetecible vuelva a repetirse, generando Dopamina a niveles variables en función de circunstancias externas e internas. Sin embargo, con las drogas se liberan las mismas cantidades de Dopamina cada vez que se usan, haciendo de esta una sustancia novedosa para el cerebro en cada toma y no activando la sensación de saciedad.

¿Qué pasa cuando algo nos produce aversión o es desagradable a nuestro gusto?

En este caso, el centro de saciedad aumentará hasta el nivel en que la conducta calificada como desagradable no llegue a asociarse con el Sistema de Recompensa. Nuestro cerebro asociará inconscientemente esa sustancia, actividad o conducta como algo que hay que abandonar puesto que el pico de saciedad ha sido tan elevado que no nos quedarán ganas de seguir adelante. En el caso de la drogodependencia, durante el periodo de abstinencia la persona entra en un estado desagradable en el que se le hace difícil llevar la interrupción del consumo de una droga, con síntomas que producen efectos tanto fisiológicos como psicológicos. Aquí vuelve a entrar en juego nuestro dulce enemigo el azúcar. Para aliviar este estado de ansiedad y malestar la mayoría de drogodependientes recurren al azúcar como sustituto de la droga. Por ejemplo, un fumador que quiere dejar de fumar palia esta ansiedad al intentar dejar el tabaco atiborrándose de dulces, gominolas y, en general, todo tipo de productos que posean un alto índice glucémico. De esta forma el azúcar actuará como sustancia sustituta de la nicotina eliminando o haciendo llevadero el tan desagradable síntoma de abstinencia produciendo un alivio sintomático y placentero.

Existen rigurosos estudios científicos que han desarrollado sus investigaciones en torno a este mecanismo de saciedad desarrollado en distintas regiones cerebrales y estudios en los que se aprecia cómo ratones de laboratorio pasan por las mismas etapas de adicción a una droga al suministrarles una dosis diaria de azúcar.

A continuación podemos ver las imágenes de algunos de los estudios realizados en la UCLA (University of California, Los Angeles) en los que se compararon imágenes PET de cerebros de distintas personas.

Activación de áreas cerebrales producida por el azúcar y la cocaína

Activación de áreas cerebrales producida por el azúcar y la cocaína

Regiones cerebrales activadas en un cerebro sano, un cerebro adicto a la cocaína y un cerebro adicto al azúcar

Regiones cerebrales activadas en un cerebro sano, un cerebro adicto a la cocaína y un cerebro adicto al azúcar

IMÁGENES CEREBROS

En la imagen de la izquierda se hace una comparación del cerebro de una persona que consume habitualmente azúcar con otro cerebro de una persona que consume cocaína. Observamos como las regiones cerebrales activadas son las mismas en ambas sustancias, siendo mayor la activación en la persona consumidora de azúcar.

La imagen de la derecha se corresponde a la tomografía realizada con tres tipos de personas. De izquierda a derecha: la primera, de una persona sin ninguna adicción; la segunda, de una persona consumidora de cocaína y la tercera de una persona con obesidad, consumidora de alimentos ricos en carbohidratos y azúcares. Como vemos, la activación de la región cerebral de la persona normal mantiene áreas activas diferentes a las de las otras dos personas, siendo la región iluminada en rojo la correspondiente a las áreas de los sistemas de recompensa y saciedad.

Hasta aquí hemos hecho un breve recorrido sobre algunos de los estudios realizados que muestran la conexión del azúcar con las drogas de consumo. Podríamos seguir citando estudios y resumiendo resultados sobre la estrecha relación en sistemas cerebrales compartidos por el azúcar y las drogas, pero es preferible mostrar el poder que tiene en azúcar sobre otras áreas.

¿Hasta qué punto puede influir el azúcar en enfermedades ya desarrolladas?

Si hemos entendido lo que hasta aquí hemos expuesto, podremos inferir que el azúcar puede actuar como un excitante del Sistema Nervioso. Por tanto, puede producir una subida rápida de Adrenalina causando hiperactividad y dificultad para la concentración. En enfermedades como el TDAH (Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad) se desaconseja todo tipo de productos que puedan contener azúcar en su composición. Las dietas que se prescriben para una nutrición sana y favorable para este tipo de casos es una dieta rica en ácidos grasos Omega-3.

Además, el azúcar no actúa del mismo modo durante todo el desarrollo madurativo de una persona. Se ha demostrado que durante la infancia, el azúcar es responsable de la falta de motivación y el deterioro en el área de toma de decisiones. Además el incremento de la obesidad en niños está asociado al desarrollo posterior de la Diabetes Tipo II.

Otro descubrimiento importante relacionado con la ingesta de azúcar es su repercusión en el desarrollo del cáncer. El azúcar sirve de alimento a las células cancerígenas, estando relacionado con el cáncer de páncreas, recto y estómago entre otros. Asimismo, actúa inhibiendo el sistema inmunológico y debilitando las defensas contra las enfermedades infecciosas.

Pero esto no es todo: envejecimiento de la piel por el cambio que provoca en la estructura del colágeno, retención de fluidos en el cuerpo, alergias alimentarias, alteración de la capacidad de pensamiento, incremento de la posibilidad de padecer Alzheimer, desequilibrios hormonales como el síndrome premenstrual y la disminución de la Hormona del Crecimiento, y un largo etcétera que me llevaría a rellenar unas cuantas páginas más.

Estos efectos no se dan al instante de su consumo, pero si poco a poco vamos habituando a nuestro cuerpo a la ingesta de nuestra ‘dulce enemiga’ lo más factible es que vayamos notando su presencia. Lo que he escrito hasta ahora no es algo que me haya inventado o sacado de la manga. Algunas afirmaciones provienen de estudios científicos ya revisados y otras de revisiones que se están llevando a cabo. Pero como bien decimos popularmente “Cuando el río suena, agua lleva”. No esperemos hasta el último momento para cambiar nuestros hábitos de alimentación. Es fácil y cómodo seguir actuando del mismo modo en que lo hemos hecho desde la infancia, pero las cosas cambian, la sociedad evoluciona, los negocios crecen con las creencias de la sociedad y al final terminamos siendo animales dóciles creyendo que lo establecido es lo mejor para nosotros.

Referencias bibliográficas:

American Psychiatric Association (APA), (2000). DSM-IV-TR. Barcelona: Masson

Rada, P., Avena, N.M. y Hoebel, B.G. (2005). “Adicción” al azúcar: ¿Mito ó realidad? Revisión. Rev Venez Endocrinol Metab, 3(2),2-12.

Dr. Mercola, 20 de Abril 2010. Mercola.com. Recuperado el 06 de Julio 2014, de http://espanol.mercola.com/boletin-de-salud/los-peligros-del-azucar.aspx

Bobes J., Casas M., Gutierrez M. (2010). Manual de trastornos adictivos. Enfoque Editorial, S.C.

Arcila Yanes, E.A., 11 de Junio de 2014. Azúcar ¿Qué pasa con nuestro cerebro cuando Ingerimos Azúcar? Recuperado el 6 de Julio de 2014, de http://natupana.blogspot.com.es/2014_06_01_archive.html