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Transgénicos y Premios Nobel

Premios Nobel apoyan Alimentos Modificados Genéticamente

Supongo que todo el mundo sabe a estas alturas que más de 100 Premios Nobel han firmado una carta exigiéndole a Greenpeace que cese en sus ataques contra los cultivos transgénicos en general y contra el Arroz Dorado (Golden Rice) en particular, alegando que este cereal modificado genéticamente y otros similares podrían paliar el hambre en el mundo y en concreto salvar hasta dos millones de niños al año en el sudeste asiático. Me parece un tema apasionante y si hoy fuese a escribir mi libro La Gran Mentira de la Nutrición, desde luego le dedicaría un capítulo entero o dos al tema de los transgénicos. Como el libro ya está escrito y publicado hace cerca de dos años, le voy a dedicar un artículo en el blog para contar algunas «mentirijillas» sobre esta carta y la realidad que esconde.

Ciertos actos de Greenpeace desmerecen el fondo que defiendenAntes de nada dejemos una cosa clara: no apoyo a Greenpeace, más bien todo lo contrario. Me parece que la organización actual dista mucho de la que se creó originalmente y de sus fines originales y el hecho de que hasta su fundador la haya abandonado es suficientemente esclarecedor al respecto. En mi modesta opinión, algunas de sus acciones rozan peligrosamente el terrorismo. Creo que aunque se tenga razón, no vale cualquier medio para defender una postura. No sigo activamente a esta organización y desconozco porqué la han usado como cabeza de turco en esta carta ni me importa lo más mínimo. Me parece mucho más importante comprender qué, quién y porqué ha puesto en circulación esta carta, así que al grano… metafórica y literalmente hablando.

Millones de niños mueren de hambre en el sudeste asiáticoLo que dicen más de 100 Premios Nobel en esta carta es que debemos apoyar la investigación y el uso de transgénicos -aunque ellos le llaman «cosechas y alimentos mejorados genéticamente» o «agricultura de precisión»- porque estos se postulan como la única solución para el abastecimiento de comida a la población mundial, diciendo que para 2050 nuestras necesidades de comida se habrán doblado, y como ejemplo habla del Arroz Dorado, un arroz transgénico que se supone que iba a salvar a unos dos millones de niños que mueren de desnutrición al año en el mundo, aparentemente por falta de Vitamina A ¿Quién podría resistirse a apoyar una carta que quiere salvar a dos millones de niños cada año? Redactado así, no parece difícil que la hayan firmado todos estos Premios Nobel. Pero como he leído hace poco, la ciencia no tiene nada que ver con «créeme» y sí mucho con «demuéstrame». Estos 100 Premios Nobel nos piden que les creamos, pero, ¿Qué nos demuestran en su carta? ¿Qué estudio mencionan? ¿Qué evidencia científica aportan? ¿Qué conocimientos tienen sobre agricultura? ¿Y sobre nutrición?

Yo he repasado la lista y no me ha sonado ningún nombre, pero esto no quiere decir nada más que estoy absolutamente desconectado de los ganadores de los Premios Nobel. En la lista hay un Premio Nobel de la paz, 8 de economía, 24 de física, 33 de química y 41 de medicina. Como ha dicho Philip Stark, decano de ciencias de la prestigiosa Universidad de California en Berkeley, la ciencia versa sobre la evidencia, no la autoridad. Y la evidencia con respecto a lo que se defiende en esta carta es, cuando menos, limitada, si bien la autoridad de tanto ganador junto no deja de ser abrumadora, aunque meramente anecdótica a efectos científicos.

Arroz DoradoEl Arroz Dorado es una cepa de arroz que ha sido modificada genéticamente para tener betacarotenos, precursores de la vitamina A. No es nuevo sino más bien lo contrario. Aparentemente llevan dos décadas tratando de perfeccionarlo en Filipinas, pero no lo han conseguido. Tanto es así que todavía no se ha conseguido obtener una cepa que resista almacenada el paso del tiempo y por lo tanto pueda usarse para cultivar nuevas cosechas después de la recolección. Para colmo, en los estudios llevados a cabo no se ha podido demostrar que exista una diferencia entre suministrar arroz común y arroz dorado a niños en situación de desnutrición. Por si fuese poco, todo apunta a que la forma de cocinar el arroz en el sudeste asiático, donde se está tratando de introducir este transgénico, acaba con los propios betacarotenos que supuestamente proporciona este cereal «mejorado». De hecho, como todavía no queda claro en qué mejora el arroz dorado al arroz tradicional, la organización que realiza su estudio y modificación (IRRI – International Rice Research Institute) todavía no ha enviado el cereal modificado a las autoridades para obtener la aprobación de uso en consumo humano. Vamos, que el supuesto transgénico salvador que va a solucionar el hambre en el mundo, ni siquiera está listo para su uso. En la propia web de la institución, lo que se puede leer textualmente sobre el estado del Arroz Dorado es que en la actualidad se está recopilando y analizando información que soporte su futuro uso. ¿Cómo es Greenpeace culpable de que el Arroz Dorado no esté listo ni su estudio haya demostrado algún beneficio sobre el arroz tradicional?

Sede de la empresa New England BiolabsPero lo interesante de la carta no es el Arroz Dorado, que es meramente ilustrativo del bajo nivel científico de la misma, sino quienes la promueven y porqué. La carta se ha publicado en la web supportprecisionagriculture.org (literalmente significa apoya a la agricultura de precisión). Se trata de una web que no especifica ni quieres son ni porqué debemos creerles. Si miramos el registro del dominio en Internet, este es privado, o sea, alguien paga una cuota anual para que nadie sepa a quién pertenece el dominio. Si alguien tiene interés en ocultarlo, por algo será, ¿no? Pues eso mismo he pensado yo y he investigado un poco más para entender quién y porqué pone en circulación esta carta. Parece se que su promotor es uno de los Premios Nobel firmantes, sir Richard J. Roberts, Premio Nobel de medicina por su investigación relacionada con el genoma… y Director Científico de los New England Biolabs, empresa líder en la comercialización de enzimas recombinadas para la investigación genómica. Para ayudarle, otro Premio Nobel firmante le ha ayudado a conseguir apoyos. Se trata de Phillip A. Shark, también nobel de medicina… además de fundador de Biogen y Alnylam Pharmaceuticals, ambas empresas dedicadas a la comercialización de medicamentos basados en biogenética. El comienzo atufa a interés comercial, pero tiremos un poco más del hilo. Curiosamente, el dominio equivalente «.com» (supportprecisionagriculture.com) pertenece a una organización privada de la que estos dos son miembros…

En el evento de presentación de la carta varias personas fueron vetadas en la puerta (incluyendo responsables de Greenpeace claro), y lo fueron por Jay Byrne. Jay Byrne es un ex-directivo de Monsanto, la multinacional líder mundial en cultivos transgénicos. Pero no es sólo un ex-directivo de Monsanto más. Sus vínculos con la comunicación y la industria de los transgénicos es más profunda. Byrne ha trabajado para el gobierno Norteamericano en distintas ocasiones, llevando asuntos de comunicación para los Kennedy primero y para Bill Clinton después, y en el propio Congreso de los Estados Unidos. Su empresa de estudios de mercado y reputación ha sido la encargada de organizar el acto de presentación de la carta y él en persona ha sido el orador del evento y quien ha decidido quien entraba y quien no al mismo. En la actualidad, Jay Byrne es el presidente de la empresa contratada por la industria biotecnológica para crear opinión positiva al respecto de sus productos, no solo para este acto. Esta empresa se llama v-Fluence y su curriculum que he descrito está disponible aquí.

Senado de Estados UnidosPero, ¿porqué se ha publicado esta carta precisamente ahora? Es mucho más sencillo de lo que parece. En EEUU se han dado cuenta sobre la marcha. Aquí por supuesto nadie ha sido capaz de sumar dos más dos en los medios de comunicación antes de publicar la carta. Resulta que en breve se votará en el Senado de los EEUU sobre la obligatoriedad de etiquetar los alimentos que contengan ingredientes genéticamente modificados. Yo estoy absolutamente a favor de que se etiqueten. Para empezar, porque amplía la libertad del consumidor. Quien los quiera consumir que los consuma, y quien no quiera que no lo haga. Pero lo más importante, para comprender a largo plazo si estos alimentos tienen algún efecto en nuestra salud -algo que de momento no se ha podido probar- tendremos que ser capaces de trazar hacia atrás dentro de veinte o treinta años. Hoy sabemos que las grasas hidrogenadas son malas porque nos hemos dado cuenta en los estudios que las personas que más las consumían caían enfermas con más facilidad. Pues lo mismo deberíamos ser capaces de descubrir dentro de 20 años si es que se diese un caso similar, algo que aunque parece poco probable merece la pena ser investigado a largo plazo. Y claro, si las personas no saben lo que consumen, ¿Cómo vamos a poder estudiar sus hábitos de consumo cuando les ataque una enfermedad grave? La trazabilidad de la alimentación es fundamental para la medicina, mis queridos 41 Premios Nobel de Medicina que habéis firmado la dichosa cartita.

Anuncio de material para niños con DDTLo bonito de los transgénicos es lo que quieren que creamos leyendo esta carta y otras iniciativas similares que han habido antes de esta. La idea de que la manipulación humana sobre la genética de los cultivos puede mejorarlos, hacerlos más resistentes, más nutritivos y mejores para el ser humano es preciosa. ¡A mí mismo me entusiasma la idea! Yo mismo votaría mañana si pensase que eso es lo que realmente se busca, y de hecho estoy seguro de que hay personas en el mundo que trabajan en esa dirección. Lamentablemente, la tendencia mayoritaria no apunta en esa dirección. Permitirme que explique, a grandes rasgos, lo que empresas como Monsanto hacen con la manipulación genética de los cultivos.

Monsanto, al igual que Bayer o BASF, son empresas con origen en la industria química. Su relación con la agricultura viene dada por los pesticidas que crean. Estos pesticidas se utilizan por los agricultores para evitar las mermas en las cosechas y garantizar la rentabilidad de las mismas. A casi todo el mundo le sonará el famoso DDT. El DDT es un pesticida que la propia Monsanto y otras 15 empresas químicas comenzaron a comercializar a finales de los años 40 del siglo pasado, bajo el halo de su modernidad y de que era absolutamente seguro para el ser humano. Bien, por hacer la historia breve, digamos que en la actualidad su uso está absolutamente prohibido en la agricultura en prácticamente todos los países del mundo después de que se haya asociado el consumo de vegetales tratados con DDT con un aumento de los casos de cáncer en Estados Unidos, Reino Unido, los Países Nórdicos, Alemania y Francia entre otros sitios. Así que ahora son estos mismos señores del «absolutamente inocuo para el ser humano» los que nos hablan de la inocuidad de los transgénicos. Tanto fue así que incluso se crearon productos para niños que contenían DDT, como el papel para paredes del anuncio que acompaña este párrafo. Visto el resultado, como mínimo, deberíamos poner sus afirmaciones en cuarentena, ¿no?

Mercado de semillas a nivel mundialPues bien, de unos años para acá, la investigación de estas empresas ha tomado un rumbo distinto. Lo que hacen es crear pesticidas de increíble potencia que acaban con todo: plagas, malas hierbas, roedores y en general cualquier ser vivo que ataque de un modo u otro un cultivo, y rocían estos cultivos con ese pesticida de manera intensa. ¿Cómo logra el cultivo sobrevivir a esa ducha química constante? Pues porque la planta cultivada ha sido modificada genéticamente para ser resistente al veneno, que suele tener origen orgánico, algo que me daría para escribir otro artículo pero que voy a pasar de puntillas en aras de llegar al grano. Lo que ocurrió hace unos años en Estados Unidos es que Monsanto y otras similares lograron que se aprobara una ley por la que las semillas modificadas genéticamente eran patentables. De modo que si quieres comprar el mejor pesticida de Monsanto, el que mayor rendimiento proporciona en las cosechas, debes comprar también a Monsanto las semillas modificadas genéticamente, que por cierto, no tienen capacidad reproductiva. O sea, la vieja tradición agrícola de guardar parte de la cosecha para la siembra de la próxima campaña queda suprimida. El año que viene hay que pasar por caja de nuevo para comprar nuevamente pesticidas y semillas a Monsanto y similares. Pincha en la imagen de la derecha para entender quién controla quien en este inmenso mercado.

En cuanto al IRRI, responsable del proyecto del Arroz Dorado, en su lista de donantes aparecen algunas empresas interesantes que soportan esta visión que estoy exponiendo y cuyos intereses están lógicamente involucrados con el proyecto. Entre ellos Bayer, BASF, Kellogg’s, Mars y una gran cantidad de empresas químicas y fabricantes de pesticidas.

Maiz TransgénicoSupongamos por un momento que el maíz o el trigo modificado genéticamente por Monsanto o cualquiera de estas empresas fuese inocuo para el ser humano, algo que es más que probable a corto plazo. Existe un segundo problema que quizás estemos obviando: estos cultivos se producen en abundancia de unos pesticidas que si bien no afectan al propio cultivo porque este ha sido modificado genéticamente para soportarlo, bien podría resultar que sí afectase al ser humano. Es obvio que se puede lavar todo lo recolectado, incluso para eliminar todas las trazas de pesticida de su superficie antes de que llegue a la cadena alimenticia. ¿pero acaso sabemos si en el interior de la planta, que se ha desarrollado en ese ambiente venenoso, quedan resquicios del veneno que pudiese afectar a nuestro organismo a largo plazo? Yo sostengo, y es mera especulación y opinión personal, que podría ocurrir que a largo plazo nos demos cuenta de que estos cultivos modificados genéticamente ocultan una sorpresa negativa para nuestra salud, no tanto por la modificación genética que han sufrido, sino por el baño constante de pesticidas que han soportado. O peor aún, pudiese ser que al usarlos para alimentar animales que luego consumimos, estos cultivos cambien químicamente la carne que consumimos y que este cambio tenga efectos no deseados en nuestra salud. Algo parecido ya ocurre con el uso masivo de cereales en la industria cárnica y la proliferación de enfermedades gástricas en el ganado que otro día abordaremos.

Y claro, todo este negocio de venta de pesticidas, semillas y demás genera un flujo de dinero y de intereses brutal. ¿Cuánto dinero? Pues no lo sé, pero aquí va un dato curioso: La todopoderosa Bayer lleva meses intentando comprar Monsanto, y hasta donde se todavía no lo ha conseguido, aunque tampoco sigo el caso al minuto y es probable que pueda acabar ocurriendo en cualquier momento si no ha ocurrido ya. ¿Cuánto dinero tienes que manejar para evitar que un coloso como Bayer pueda comprarte? Quizás haya que preguntarle a estos 100 Premios Nobel. Pero parece una jugada maestra por parte de Bayer, que aunque suene a teoría conspiratoria, posee una tenebrosa lógica. Si Bayer controla Monsanto estará en control de lo que cultivamos, de los pesticidas que se usan, y en una posición privilegiada en la investigación y desarrollo de medicamentos que hipotéticamente curasen las hipotéticas dolencias que este consumo generase. Macabramente plausible, ¿verdad?

Investigación en Biotecnología y GenéticaEn resumen, soy partidario de la investigación y el desarrollo de los alimentos, incluso en materia de biotecnología y genética, pero estoy absolutamente en contra de que no prestemos atención a largo plazo a las cosas que hacemos. El etiquetado de los productos transgénicos debe ser obligatorio y su uso voluntario. Además, debemos exigir que una pequeña parte los beneficios que esta nueva industria está generando pasen a sufragar a través de instituciones independientes unos estudios a largo plazo y continuados sobre el uso de los distintos cultivos transgénicos en la cadena alimenticia. Y ya a título de opinión personal, me parece lamentable que se use la firma de 100 Premios Nobel para tratar de ganar una batalla al consumidor, que es el único beneficiado de que se etiqueten correctamente los productos de alimentación. Si puedes hacerlo de algún modo, exige a tus representantes políticos que no permitan que los fabricantes de alimentos decidan lo que deben etiquetar y lo que no. Tenemos que exigir el derecho a la información y mantener la capacidad de decisión.

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