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Volver a la rutina tras la pandemia

Todo apunta a que, salvo sorpresa mayúscula, estemos viviendo los últimos coletazos del COVID-19 y toca volver a la rutina tras la pandemia. Quizás nos queden meses por delante antes de recuperar por completo la normalidad, pero creo que ya hemos dejado lo peor atrás.

Estos casi dos años han sido -al menos para mí- absolutamente agotadores, tanto en lo físico como en lo mental. Por lo que veo a mi alrededor, una aplastante mayoría de personas se siente de manera parecida a mí, con ganas de recuperar la normalidad e incluso volver a esa rutina que tantas veces nos pareció aburrida antes de Marzo de 2020, cuando me atrevo a decir que nuestras vidas cambiaron por completo en cuestión de semanas y sin apenas previo aviso.

En mi caso concreto, puedo afirmar que me dejé llevar en gran medida por los acontecimientos. La correcta nutrición y alimentación pasaron a segundo plano hace dos años en mi casa, y no por casualidad, sino por verme desbordado por acontecimientos que hicieron mella inmediata en mi entorno. Afortunadamente, he tenido la suerte de que nadie de mi familia y muy pocos amigos cercanos han sufrido en primera persona la catástrofe de la enfermedad provocada por el virus. Sin embargo, las noticias que me llegaban directamente desde los distintos hospitales donde trabajan mis familiares eran realmente alarmantes, ya no solo por la gravedad de la pandemia, sino por la escasez de medios que hubo al principio.

Tras el estrés sufrido ahora necesitamos volver a la rutina tras la pandemiaEn aquella época pasé semanas buscando mascarillas, guantes, gel hidroalcohólico y todo lo que en aquel momento parecía necesario casi para sobrevivir, y el estrés me tenía bastante vencido. Mi mujer se puso a preparar los fines de semana algo parecido a trajes EPI con bolsas de basura de gran tamaño que teníamos en casa para dárselos a nuestros familiares que acudían a diario al hospital con poca o nula protección. Días antes de que se decretase el fin de las clases presenciales en los colegios y viendo como aumentaban los contagios e ingresos en hospitales, decidí dejar de llevar a mis hijos pequeños al colegio. A todo esto, mi hijo mayor estaba en Alemania, estudiando y trabajando, y antes de que pudiéramos darnos cuenta, no podía volver de manera sencilla ni le queríamos metido en un avión con otras 150 personas. Mis padres, bastante mayores y con factores de riesgo, eran otra fuente de preocupación continua.

Alarmado por la paulatina desaparición de alimentos de los supermercados, traté de comprar más conservas de lo habitual, compraba casi cualquier cosa que pudiera encontrar que tuviese una fecha de consumo preferente larga, e incluso agua embotellada, que en casa no usamos, y alguna garrafa de combustible, así como bombonas de gas propano para hornillos y quemadores portátiles. En mi casa todo es eléctrico y si hubiese habido cortes de luz hubiésemos tenido problemas graves. Mirando ahora en retrospectiva, todo lo que hice y compré me parece exagerado, pero claro, a toro pasado, porque en el momento me sentía, no como protagonista, sino como actor secundario de esos que caen a las primeras de cambio en una de esas series apocalípticas que se estrenan cada año.

Pero bueno, ahora creo que todo esto está en gran medida superado y el cambio de año me ha hecho comenzar con optimismo y volver a ver la vida de otro modo, así que estoy tratando de volver a la normalidad y, requisito indispensable, he comenzado por volver a la rutina nutricional, a comer bien y a sentirme sano. Ha sido muy sencillo en realidad, porque en cuanto he comenzado a comer bien, he comenzado a dormir bien. Quizás al principio me quitaba el sueño la pandemia, pero en algún momento la falta de sueño comenzó a ser un problema físico y no psicológico como al principio. Al segundo día de llevar una rutina nutricional adecuada estaba durmiendo como un lirón, algo que hacía casi dos años que no conseguía.

Y no solo eso. Durante la pandemia había vuelto a tener acidez y pesadez de estómago, y eso también ha desaparecido casi de inmediato. Sin duda, estaba comenzando a tener inflamación como antes de 2011, cuando tenía que tomar protector gástrico y antiácido a diario. Pero no ha sido esto lo único que he notado de golpe al volver a la alimentación saludable. Ha sido entrar en cetosis y recuperar de golpe una energía y una claridad mental que me había abandonado durante gran parte de estos dos años de pandemia. Me levanto con ganas de comerme el mundo.

Durante estos dos pasados años he sido consciente de que no estaba comiendo bien, y de que poco a poco -además de ganar algunos kilos- mi salud se estaba empezando a resentir. En agosto de 2020 yo también me contagié del virus SARS-COV-2, pero no desarrollé la enfermedad. De hecho, si no me hubiese hecho una PCR por aviso de un contacto cercano jamás me habría enterado de la infección, pues fui un contagiado absolutamente asintomático. Pero claro, en Agosto de 2020 yo llevaba casi 10 años siguiendo una alimentación muy sana y haciendo deporte y estoy convencido de que mi sistema inmunológico estaba funcionando a la perfección. Quizás eso tuvo algo que ver con no sufrir absolutamente ningún síntoma de la infección. Desde entonces me hago pruebas serológicas cada 3-6 meses y mis anticuerpos andan siempre disparados, hasta más de 4.000 BAU/mL, así que en mi caso al menos, ahí cae el mito de que los anticuerpos naturales solo duran unos cuantos meses.

Ahora, mi objetivo es recuperar esa forma física que tenía cuanto antes y asegurarme que mi sistema inmunológico y mi salud en general vuelven a estar al 100%. Y aunque pensé que me iba costar trabajo volver a la rutina después de todo este tiempo, la realidad es que está siendo, hasta el momento, más que sencillo de lo que esperaba. De modo que, si durante estos meses de pandemia te has sentido de manera parecida a mí y estás pensando que ya es hora de tomar las riendas y volver a sentirte mejor, te anticipo que es más fácil de lo que crees y que, en cuanto encadenes dos o tres días seguidos vas a notar cambios radicales, y te animo a que comiences cuanto antes porque, en el aspecto psicológico, esto es una ayuda adicional para dejar atrás todo lo que hemos vivido últimamente. Sé que te costará creerme si te digo que hasta me veo diferente en el espejo, pero como siempre digo, compruébalo y verás que no miento. Si la habías abandonado, vuelve a tu rutina, te lo agradecerás de inmediato y lo verás en el espejo.

¿Primera vez por aquí y no sabes por dónde empezar? Quizás leer estos comentarios de lectores y seguidores en Amazon te den una idea.

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Ansiedad y Autoestima: Determinantes para Adelgazar

Ansiedad y Autoestima al adelgazar

Ansiedad y Autoestima al adelgazar

Vivimos en una sociedad en la que vende más la imagen corporal que la intelectual; en la que nos bombardean con publicidad llena de cuerpos perfectos, con consejos y con alimentos para adelgazar que nos permitan lograr esta perfección. Lo que no nos dicen es que esta  imagen exenta de imperfecciones no existe. Los trastornos de alimentación a edades tempranas -y ya no tan tempranas- se están incrementando, y lo que antes se ceñía sólo a la mujer ahora también presenta un problema para el hombre. Programas de televisión, anuncios, revistas, y demás medios de comunicación nos muestran la imagen perfecta para la sociedad actual, y lo más vergonzoso es que en esos mismos programas o anuncios denuncian estos trastornos de alimentación y seguidamente ¡nos venden un producto milagro para bajar de peso! Eso sí, el cuerpo que lo anuncia nunca va a tener celulitis, michelines, arrugas, cicatrices, ni una edad que pase de los 30 años.

La consecuencia de todo lo que nos tragamos con esta información es una distorsión de nuestra imagen corporal, creando pensamientos negativos de nuestra imagen, anticipando pensamientos que tendrán los demás acerca de nosotros: “ha cogido unos kilos de más”, “tiene un cuerpo horrible”, “mi pareja dejará de quererme y no se sentirá atraída por mi”… ¡Despertemos! No existe esa perfección. Cuidemos nuestro cuerpo y nuestra mente dejando a un lado dietas imposibles que nos mal nutren y dañan, así como los pensamientos negativistas y anticipatorios de terceros. Cuidémonos hacia la salud, hacia el bienestar y querámonos un poco más porque sólo así lograremos metas realistas y alcanzables. No hay que desesperar; se puede lograr perder peso de una forma sana y adecuada. Para adelgazar sólo necesitamos un poco de motivación, voluntad y la aceptación de nosotros mismos.

¿Hasta qué punto es la ansiedad influyente en el control del peso?

En muchas ocasiones, la dificultad para adelgazar no se debe sólo a unos inadecuados hábitos de alimentación o a la falta de actividad física. La ansiedad y la baja motivación y autoestima están estrechamente relacionadas con este fracaso. El error más común que se suele cometer es bajar la cantidad diaria de alimentos nutritivos e intentar saciarnos con los que nos venden como saludables. No por comer menos vamos a adelgazar más y más rápido. Es más, la salud psíquica y no solo la física son las principales afectadas ante estos comportamientos. La falta de nutrición va a provocar picos de ansiedad ante la escasez de nutrientes en nuestro cuerpo y la insuficiencia de resultados visibles.

Cada persona puede alcanzar su peso ideal. ¡La constancia es la base para lograr metas! A continuación os dejo unas pequeñas pautas para que el camino sea agradable y llevadero:

  • Información

Antes de elegir una dieta, o tratar de “cerrar el pico” como comúnmente se dice, debemos  informarnos sobre qué alimentos son saludables y ricos en nutrientes para nuestro cuerpo y estilo de vida. Si seguimos recurriendo al ayuno o a la ingesta de alimentos “vacíos” entraremos en un bucle en el que la ansiedad ante la falta de resultados se hace presente, dando paso a una bajada de nuestra autoestima y confianza y alimentando pensamientos negativos y destructivos. Una vez informados sobre lo que debemos comer y las cantidades necesarias que necesita nuestro organismo, podemos ponernos en marcha.

  • Cambio de hábitos de alimentación

En este punto es muy común que aparezcan las habituales excusas del tipo “no tengo tiempo”, “yo soy de huesos anchos”, “es mi constitución”, etc. Recuerda: Adelgazar y bajar al peso ideal no solo es bueno para la autoestima y la confianza, sino también para la salud y el bienestar.

Lo primero que debemos hacer es analizar las veces que comemos al día,  los alimentos que incluimos en estas ingestas y qué factor externo o pensamientos internos acompañan a la comida. Una vez tengamos el resultado de este autorregistro podremos ver con facilidad la causa por la que no hemos podido adelgazar y, a partir de aquí, crear un menú semanal con las comidas a realizar, los alimentos que deben desaparecer de la nevera y la despensa, la cantidad diaria de alimentos y tomas que debemos hacer, así como ejercicios y prácticas para complementar el plan.

  • Relajación y tiempo fuera.

Cuando no logramos los resultados deseados, y sobre todo visibles a corto plazo, nuestra mente nos vuelve a jugar malas pasadas creando pensamientos como “nunca lo conseguiré”, “me veo igual que cuando empecé”, que son pensamientos circulares y negativos que siempre llevan al mismo sitio: abandonar nuestra meta.

Si esto te ocurre ¡olvida lo que estés haciendo!, levántate y cambia de lugar o estancia de tu casa, cambia la tarea que estés realizando por otra que te motive y te haga olvidar lo que estabas pensando.

También puedes realizar ejercicios de relajación, como por ejemplo, buscar un lugar tranquilo, con luz tenue, sentarse y respirar profundamente inspirando por la nariz y expirando por la boca, contando los segundos que tardas en inspirar y usando los mismos para expirar. Ve incrementándolos poco a poco, así tu mente estará ocupada pensando en el número de inspiraciones y expiraciones y dejarás esos pensamientos circulares.

  • Motivación y refuerzo

Toda tarea y actividad que nos lleve a una meta agradable y deseada nos permitirá alcanzar un bien superior, y para lograrlo ¿qué mejor que pensar en los resultados una vez terminado el camino a la meta? Es importante reforzar cada paso, ver los resultados y festejarlos. Cada vez que consigas un logro, tu fuerza y voluntad se verán incrementadas. Solo hay que ser constante, el camino no es una cuesta hacia arriba, sino un trayecto en zig-zag en donde habrá momentos de ligero retroceso en los que tendremos que ser fuertes y seguir hacia adelante.

  • Control de resultados

Para ver la evolución semanal de nuestro proceso podemos construir un organigrama en el que incluyamos las comidas diarias, ejercicios, suplementos, actividades sociales, peso diario, y en general todo a lo que hayamos recurrido para lograr nuestra meta de adelgazar. Así podremos ver en que semanas se han conseguido buenos resultados y en cuales nos hemos quedado estancados viendo de esta forma posibles errores que hayamos podido cometer y poder sopesarlos tomando acciones correctoras.

Cada persona es única e incomparable, así que no queramos ser la imagen de los demás. Actuemos por nuestra felicidad y nuestro bienestar. Toda meta realista impuesta por nosotros mismos se puede lograr si se desea.

Adelgazar sin perder la Salud

Medicamentos que tomaba por mi obesidad

Medicamentos que tomaba por mi obesidad

Uno de los motivos principales que me llevó a adelgazar y que cada día compruebo que más gente comparte en su afán por perder peso es la mejora de la salud. Tenemos la enorme suerte de que nuestro organismo es muy agradecido y todo lo que hagamos por mejorar nuestra salud suele tener consecuencias inmediatas, especialmente en lo relacionado con la pérdida de peso. En mi caso, antes de adelgazar tomaba 6 pastillas diarias de medicación para mitigar diferentes dolencias. Al levantarme tomaba un protector gástrico (Anagastra 40), un regulador del ritmo cardiaco (Emconcor Cor) y una pastilla contra la ansiedad (Deanxit). Después de desayunar, tomaba un paracetamol de 1 gramo para mitigar los dolores musculares y articulares que sufría. Ya en la comida, tomaba antiácido (Almax o Alquen) para evitar digestiones pesadas y antes de acostarme me tomaba un relajante (Diazepam 2 mg). Algunos días también tomaba un Flatoril para evitar los gases, que luego he sabido que produce unos efectos secundarios a medio y largo plazo bastante nefastos para la salud. Además, si tenía un día malo y sufría ansiedad, también tomaba Alprazolam de 0,25 mg y si los dolores musculares eran intensos, un Nolotil, a veces incluso pinchado.

Como cuento en el libro, unos 45 días después de comenzar a adelgazar ya no tomaba ninguna medicación. En realidad, desde el primer día que comencé a comer del modo que lo hago ahora, mis problemas de salud fueron desapareciendo a ritmo de vértigo, infinitamente más rápido de lo que tardaron en aparecer. Tras 38 años de maltrato, mi organismo volvía a comportarse con normalidad en tan sólo unas semanas. Semanas en las que por cierto y como relato en el libro, adelgacé sin pasar hambre y sin sentirme mal con lo que comía. Adelgazar, además de curarnos por fuera, nos cura por dentro, y mucho más de lo que pensamos. No me cabe duda de que la industria farmacéutica depende en gran medida del sobrepeso de la población. No son pocas las dolencias derivadas del sobrepeso y lo peor es que los «medicamentos» a nuestro alcance no curan dichas dolencias sino que en el mejor de los casos mitigan los síntomas en tratamientos que pueden ser de por vida. Si no hubiese adelgazado seguramente hoy seguiría tomando seis, siete o incuso 8 pastillas al día, algunas de las cuales extremadamente caras.

Abril de 2011 - 113 Kg

Abril de 2011 – 113 Kg

Pero adelgazar recuperando la salud no es algo que pueda hacerse de cualquier modo. En el libro explico con cierto detalle que adelgazar y perder peso no son sinónimos. El organismo se resiente del lastre que supone tener almacenados kilos y kilos de grasa. Sin embargo, tener un peso elevado debido a una importante masa muscular, lejos se ser perjudicial es absolutamente beneficioso para el organismo. Por ello insisto tanto en que adelgazar es eliminar grasa y tenemos que diferenciarlo claramente de perder peso, que puede significar que además de grasa podemos estar perdiendo masa muscular o un exceso de líquido. La pérdida de masa muscular suele darse en dietas hipocalóricas en las que además de pasar hambre no recibimos los suficientes ácidos grasos esenciales (grasas) ni aminoácidos esenciales (proteínas). La pérdida de un exceso de líquido suele darse en situaciones de deporte cardiovascular continuado. Ni una cosa ni la otra son buenas para la salud.

Por ello, insisto una y otra vez en la importancia de adelgazar para recuperar la salud y no para perderla como puede ocurrir cuando seguimos dietas que nos matan de hambre o entrenamientos deportivos que acaban con nuestra reserva de energía, nutrientes y electrolitos. Cualquiera que tenga un problema de salud debe plantearse qué papel juega en su problema el sobrepeso que tenga. Yo jamás le di importancia hasta que me di cuenta, con sólo 38 años, que mi salud era un desastre. Y es que no hay más ciego que el que no quiere ver. Jaime Brugos me enseñó que las tres cosas más importantes para la salud son Nutrición, Nutrición y Nutrición. Esto, como cito al principio de mi nuevo libro «El Aceite de Coco, el elixir de la vida» es algo que ya nos enseñaba Hipócrates hace cerca de 2.500 años: «Que la comida sea tu alimento y el alimento tu medicina». Lo diré de manera directa una vez más: si tiene algún problema de salud, sea el que sea, estoy convencido que una buena nutrición puede ayudarle a mejorar cuando no solucionarlo por completo como me ocurrió a mí.

Adelgazar sin Ansiedad

Ansiedad y Desesperación

Ansiedad y Desesperación

Hace unos días intercambiaba unos interesantes comentarios con el bloguero Andrés que me han dado que pensar y me han hecho centrar el post de hoy en el tema de la ansiedad en la pérdida de peso. En mi libro Adelgazar sin Milagros he intentado, creo que con cierto éxito, convertir a lenguaje natural muchos de los temas que rodean a la pérdida de peso. De hecho, he tratado dentro de mis posibilidades de evitar la mayoría de los aspectos técnicos sobre la pérdida de peso y ceñirme precisamente al lenguaje coloquial y a los ejemplos que ilustren la forma de alimentarnos que promuevo y que a mi me ha resultado altamente beneficiosa para adelgazar.

Andrés traía a los comentarios del post una serie de consideraciones interesantes aunque ligeramente técnicas en el marco de este libro. Como ya he repetido, no pretendo que las personas que se lean el libro se vuelvan expertos en nutrición, sino más bien que aprendan a diferenciar la realidad de lo que comen y cómo esto afecta a su cuerpo. Por eso, aunque entiendo que es técnicamente diferenciable, no hago diferencia en el libro entre carbohidratos refinados, carbohidratos completos, alcoholes, azúcar, glucosa y otras fuentes de energía.

Creo que es importante explicarle a las personas que este combustible no aporta nutrientes y que su exceso produce la acumulación de grasa. Decía Andrés en su comentario que el podía incluir en su cena una patata hervida mediana con aceite de oliva. Lógicamente, el problema no está en esa patatita, sino en que es más que probable que el resto de alimentos que ingerimos junto con la patata de manera habitual también lleva patata y/o azúcar, maíz y soja.

También comentábamos sobre la necesidad de comer cinco, seis o incluso siete veces al día. En el proceso de pérdida de peso, efectuar muchas comidas es altamente beneficioso y, aunque también, no me estoy refiriendo ahora a los beneficios metabólicos, sino a los beneficios psicológicos que aporta para adelgazar. Comer cada dos o tres horas elimina la ansiedad por los alimentos, contribuyendo a que comamos sólo lo que realmente necesitamos y no necesitemos grandes raciones, lo que nos ayuda enormemente a perder peso. Estoy de acuerdo con Andrés en que una vez alcanzado un peso objetivo, y sobre todo cuando hemos aumentado considerablemente el ratio músculo/grasa, es posible incrementar el tamaño de las raciones y por tanto reducir el número de ingestas. Sin embargo, incluso en ese caso, a nivel psicológico, la ayuda que representa comer muchas veces al día para controlar la ansiedad es difícilmente sustituible por otra costumbre. Eliminar la ansiedad a la hora de ingerir alimentos, como recalco en el libro, es una de las claves para adelgazar y mantener un peso objetivo.

Desde aquí os animo, si sentís ansiedad por la comida, aumentar la cantidad de ingestas y reducir el tamaño de las mismas. En lugar de comerse un chuletón de buey de una sentada, partirlo en dos o tres trozos y tomárselo en varias tomas.

Nutrición y Salud, claves para adelgazar

Nutrición y Salud

Nutrición y Salud

Entre unas cosas y otras, mis problemas de salud comenzaron a mediados de 2008 y no desaparecieron hasta que cambié por completo mi rutina alimenticia y me propuse perder peso en abril de 2011. Durante algo más de dos años y medio lo pasé bastante mal, visitando un especialista tras otro y tomando medicación de todas las marcas, formas y colores. Lo mejor que puedo decir de la medicación es que me destrozó el hígado. No hizo nada más por mí que adelgazar mi cartera. Ya hablaré en otro post de lo que pienso de los tratamientos farmacológicos. Creo en la medicina, pero no en los tratamientos farmacológicos a largo plazo, que son el verdadero negocio de la industria.

Esta mañana he querido repasar objetivamente los datos que tengo de aquella época, recordar lo que pasé, y creo que es interesante compartirlo por varios motivos. En primer lugar, por si alguien se siente identificado, que sepa que tiene solución y que la solución no es atiborrarse de pastillas. En segundo lugar, para demostrar, como dice Jaime Brugos, que nuestra salud depende de tres cosas principalmente: Nutrición, nutrición y nutrición.

En enero de 2009 tras unos meses de intensos dolores en el pecho y brazos, varias crisis de ansiedad y malestar general, me realizaban una prueba de esfuerzo. Los resultados, afortunadamente, fueron bastante buenos, descartándose cualquier cardiopatía habitual. Una vez descartado un problema coronario, pasé por traumatólogos y reumatólogos. De esa visita obtuve un diagnóstico extendido que incluía «piés insuficientes», síndrome de hipertensión rotuliana, síndrome del tunel del carpio izquierdo, cervicalgias, maréos ortostáticos, dorsalgias, radiculalgia intercostal derecha e izquierda, probable hernia de hiato, lumbalgias mecánicas y posturales, sobrepeso y ansiedad. El tratamiento que me recetaron, además de aconsejarme adelgazar y corregir ciertas medidas posturales, fue interesante:

  • 1 Ampolla intramuscular de Neuromade Fuerte cada mañana (tensión muscular)
  • 1 Comprimido de Deanxit cada mañana con el desayuno (ansiedad)
  • 1 Comprimido de Anagastra 40 a media mañana cada día (problemas gástricos)
  • 3 sobres de Xumadol 1 gramo, desayuno, almuerzo y cena (dolores)
  • 1 Comprimido de Robaxin cada noche al acostarme (espasmos musculares)
  • 25 gotas de Fidium con desayuno, almuerzo y cena (mareos)
4 - 7 Septiembre 2009 - Digestivo

4 – 7 Septiembre 2009 – Digestivo

Como es lógico, entre pagar unos euros en la farmacia por unos medicamentos «mágicos» y adelgazar, opté por lo primero. Pasé por un electroneurograma para comprobar si los dolores en los brazos eran de origen nervioso, algo que también se descartó. De ahí me fui directo al digestivo para que comprobase si en efecto tenía una hernia de hiato, algo que también descartó tras la correspondiente prueba, pero sin embargo, si que aprovechó para diagnosticarme un hígado graso y síndrome de ansiedad con somatización digestiva y enfermedad por reflujo causada por el sobrepeso. Al tratamiento anterior le eliminó el Neuromade, el Fidium y el Robaxin y le adelantó el Anagastra 40 a antes del desayuno. Igualmente, me recomendó cambios en la dieta, perder peso y  realizar ejercicio moderado a diario. Además, en la exploración con ecografía encontró unas bolsas de gas bastante evidentes que a la postre se descubrió que eran las causantes de los dolores en los brazos por presión en zonas nerviosas.

En Septiembre de 2010, año y medio después del comienzo del periplo por todos los especialistas, volví de nuevo al cardiólogo con punzadas precordiales, estrés, meteorismo y crisis de ansiedad con molestias precordiales y palpitaciones. Nuevamente me descarta cualquier problema cardiológico, pero insiste en la pérdida de peso y me añade al tratamiento una pastilla de Emconcor 2.5 por la mañana y un Diazepam de 2 mg por las noches. A estas alturas seguía con mi Anagastra 40, mi Deanxit, mis tres sobres de paracetamol diarios y además, para controlar los gases y reflujos, Flatoril, Aero Red y Almax.

Mientras tanto, mi peso no descendía, mis dolores no remitían, y mi vida seguía siendo bastante lamentable en el plano de la salud. ¿Cuál es la conclusión que saqué en Abril de 2011 tras 2 años de tratamiento químico continuado? Básicamente, que no funcionaba. Probablemente me mitigase algunos síntomas, pero no me estaba curando. Tan sólo beneficiaba al accionista de la farmacéutica que fabrica los compuestos. Sin embargo, todos los especialistas coincidieron en una cosa. Unos les daban más importancia al tabaco que otros. Unos culpaban en parte al alcohol y otros lo descartaban. Pero en lo que todos estaban de acuerdo es en que tenía que perder peso.

Tras haber dejado el tabaco en Octubre de 2010, en abril de 2011 pesaba 113 Kg, mi record histórico. Mi estado de salud era deplorable y mi tratamiento no me daba ningún resultado. Me propuse entonces perder peso por si todos los especialistas habían dado en el clavo de manera simultánea y a mi se me hubiese pasado desapercibido el poder de la nutrición sobre la salud. El 11 de abril de 2011, unos días después del cumpleaños de mi mujer, comenzaba mi nueva rutina nutricional basada en la Isodieta y diseñada por Jaime Brugos. A principios de Junio, sólo 2 meses después, ya había dejado toda la medicación y todos los síntomas habían desaparecido. Había logrado perder ya 16 kilos y pesaba entonces 97. Como relato en el libro, mi pérdida de peso se mantuvo hasta más de el doble de lo alcanzado en aquel momento, llegando a perder 35 kilos en 4 meses y situando la báscula en 78 Kg. Adelgazar para mí fue sinónimo inmediato de salud.

7 - 16 Mayo 2011 - Digestivo

7 – 16 Mayo 2011 – Digestivo

Como puede apreciarse en la ecografía gástrica que me realicé el 16 de Mayo de 2011, apenas un mes después de comenzar con La Isodieta, las bolsas de aire habían desaparecido y como predijo el digestivo, con ellas los dolores precordiales y en las extremidades. De igual modo, el reflujo, las taquicardias y la ansiedad eran cosas del pasado.

Hoy, dos años y medio después, puedo afirmar que no he vuelto a ponerme malo, ni siquiera un mal resfriado. Todos mis «problemas» médicos desde entonces se han limitado a agujetas y algún dolor de cabeza esporádico. ¿Casualidad? No, Nutrición. Permítame un consejo: si tiene un problema médico difícil de diagnosticar cuyos síntomas le incomodan desde hace mucho tiempo, no busque la solución en los medicamentos, búsquela en los alimentos que ingiere, y si tiene sobrepeso, adelgace.

En este enlace puede ver y descargarse algunos de las distintos diagnósticos y tratamientos que recibí en aquella época. Cuando encuentre un hueco, también subiré las más de 20 radiografías distintas que me realizaron en distintos momentos de los diagnósticos.

Comer sin Ansiedad para adelgazar

Comer sin Ansiedad

Comer sin Ansiedad

Ayer me preguntaba un amigo que quiere adelgazar qué podía comer entre horas para llegar sin ansiedad a la siguiente comida. Lo cierto es que una de las claves para perder peso de manera eficaz sin pasar hambre es organizarse bien las comidas y no comer con ansiedad. En efecto, comer con ansiedad nos hace comer más, masticar menos y, en general, dificulta el proceso de adelgazamiento.

El caso es que más que preguntarnos qué podemos comer entre horas, lo que tenemos que procurar es comer tantas veces que no nos de tiempo, literalmente, a comer entre horas. Como digo en el libro, el cuerpo humano  puede asimilar suficientes nutrientes en una ingesta para funcionar correctamente durante dos o tres horas. De hecho, el ser humano, cuando nace, pide comida cada dos o tres horas y somos nosotros, a base de entrenamiento, los que prolongamos los períodos de ayuno hasta las seis, siete o incluso ocho horas.

En el libro sobre la Isodieta de Jaime Brugos, uno de los puntos más importantes para alcanzar la nutrición óptima de la que él habla es organizarse bien las comidas y comer cada tres horas más o menos. Cuando yo me puse a seguir su plan nutricional comía 7 veces al día, cada dos horas y media aproximadamente, y así logré perder 35kg en unos meses. Ahora como entre cinco y seis veces para mantener mi peso.

¿Qué se esconde detrás de esta práctica? En realidad son varios los beneficios que se desprenden de comer cada dos o tres horas. En primer lugar, el hacer comidas continuas cada pocas horas nos permite tener un aporte óptimo de nutrientes (siempre que esas comidas sean nutritivas) en sangre. Si estiramos los ayunos, habrá muchos momentos del día en que nuestras células no dispongan de todos los nutrientes que necesitan para una óptima regeneración celular. En segundo lugar, al hacer más comidas diarias, las cantidades que ingerimos en cada comida son menores, con lo que se producen menos picos de azúcar en sangre y no se dispara la insulina al torrente, reduciendo el riesgo de contraer síndrome metabólico.

Además, al comer cada pocas horas conseguimos no llegar nunca a la siguiente comida con el estómago vacío y una sensación de hambre atroz. Esto se traduce, entre otras cosas, en que  desaparece la ansiedad por la comida y por ende comemos menos, no más de lo necesario. De este modo conseguimos adelgazar sin pasar hambre, que debe ser uno de los objetivos que cualquier persona que quiera adelgazar tenga que plantearse.

El único inconveniente que tiene comer cada pocas horas es que es necesaria una mínima planificación de la agenda diaria para o bien llevarse comida de casa o bien estar en sitios en los que acceder a la comida sea factible. Pero esta planificación, desde ahora le aseguro, que además de ayudarle a perder peso le ayudará en sus obligaciones diarias. Incluso si no quiere perder peso, pruebe a comer unas cuantas veces más al día y pronto descubrirá que se siente mejor y más energético.

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