Mes: enero 2022

La mejor dieta para tratar el acné

Dieta para tratar el acnéEl acné está atacando de manera severa a mi hijo Nacho. Ha estado ya en dos dermatólogos y ha recibido bastante medicación, sin embargo, no ha sido hasta que hemos modificado su dieta, que hemos visto progresos reales. Por eso, hoy voy a escribir sobre la mejor dieta para tratar el acné que hemos encontrado.

El acné es básicamente una infección de la piel provocada, entre otras cosas, por una bacteria que se alimenta de la grasa que se produce en las glándulas sebáceas. El acné lo sufren aproximadamente el 90% de los adolescentes y el 50% de los jóvenes adultos hasta los 30s. Durante años, los dermatólogos han sido poco proclives a culpar a la alimentación del acné y, como mucho, indicaban a sus pacientes que comiesen menos grasa, como si existiese una correlación entre la grasa que comemos y la que se forma en las glándulas sebáceas. A estas alturas, sabemos que tal correlación es inexistente.

Como con otro tipo de infecciones, los dermatólogos acuden al tratamiento con antibióticos como una de las medidas para frenar el acné. De este modo, por ejemplo, a mi hijo le recetaron un tratamiento con antibióticos durante un período de tres meses, compaginado con lavados y cremas con productos específicos para tratar la piel. Durante estos tres meses que estuvo tomando antibióticos, su acné apenas mejoró y, como efecto colateral, sufrió muchos problemas gastrointestinales producidos sin duda por la reducción de su flora intestinal. Cuando aparecieron los problemas gástricos, recurrimos a estos probióticos, que son los mejores que pude encontrar, y conseguimos que mejorase ese aspecto, pero el acné persistía sin apenas cambios después de tres meses de antibióticos y probióticos diarios.

Al igual que he hecho en otras ocasiones, me puse a leer y a investigar, para entender las causas de la infección, localizando estudios científicos acerca de este tema. Casi de inmediato, aparecieron dos sospechosos principales, los lácteos y los alimentos de alto índice glucémico, o sea, los carbohidratos de asimilación rápida. Después de mucho investigar, no fui capaz de encontrar un estudio que, de manera concluyente, apuntase a los lácteos como causa del acné así que me centré en los alimentos de alto índice glucémico que, por otro lado, es algo con lo que estoy mucho más habituado a lidiar.

Causas del Acné

Las personas que tienen concentraciones muy altas de la bacteria P. Acnes en los folículos capilares, sufren Acné más pronunciado. Y, las concentraciones de esta bacteria aumentan principalmente porque se producen obstrucciones en los folículos capilares que la bacteria aprovecha para multiplicarse alimentándose del sebo que se va creando en ellos y no se expulsa al exterior. Pues bien, como ya expliqué con detalle en mi libro Adelgazar sin Milagros, cuando ingerimos alimentos de alto índice glucémico -carbohidratos de asimilación rápida-, nos sube el azúcar en sangre y se genera, además de insulina, una proteína denominada Factor de Crecimiento Insulínico tipo 1, o IGF-1, del inglés Insuline-like Growth Factor-1, y esta proteína tiene dos efectos inmediatos en el acné como veremos a continuación.

No es casualidad que sea la pubertad el momento en que más personas sufren acné, si bien el acné se puede dar a cualquier edad. Existe una relación directa entre la producción de andrógenos (hormonas masculinas) y empeoramiento del acné, y es precisamente durante la pubertad en que se ponen de manifiesto estas hormonas, en niños y niñas, para estimular su desarrollo sexual. Pues bien, el aumento de IGF-1 promueve el acné por dos motivos. Por un lado, estimula la producción de sebo en la piel y, por otro lado, aumenta la producción de andrógenos.

Por lo tanto, para tratar de controlar en cierta medida la cantidad de IGF-1 que el cuerpo produce, resulta lógico restringir los carbohidratos de la dieta, especialmente los carbohidratos de asimilación rápida. El caso de mi hijo Nacho, que ya he comentado en alguna otra ocasión, es particular porque tiene una genética similar a la de su madre. Puede comer montañas de carbohidratos y no engordar un solo gramo. De hecho, debe medir ya más de 1,85m con 15 años recién cumplidos y apenas tiene grasa corporal, comiendo básicamente lo que ha querido siempre.

Sin embargo, en el caso concreto del acné, este le ha atacado de manera muy virulenta y ha habido momentos en que tenía la cara como un Cristo, llena de heridas sangrantes y repleta de espinillas, granos y úlceras, y esto se ha potenciado, ahora sin lugar a duda, por esa facilidad que tiene de comer lo que le de la gana sin engordar, que, si bien le permite mantener siempre una figura atlética, no le ha eximido de verse con la cara fatal durante muchos meses.

Al acabar su tratamiento de antibióticos y ver que no evolucionaba, descartamos repetir el tratamiento como nos aconsejaron y nos centramos en eliminar al máximo los carbohidratos de asimilación rápida de su dieta, al menos en las comidas que hace en casa porque, comiendo en el colegio, es mucho más complicado controlarle la comida. Este control, que puede parecer sencillo, es más bien difícil en un niño que come un montón de comida, mucho más que sus hermanos, y que casi está comiendo sin parar durante todo el día, cuando no es un snack es una fruta o cualquier cosa que se le ocurra, incluso batidos de proteína cuando hace deporte, y que no tiene problema en repetir cualquier plato, independientemente del tamaño que tuviese su ración original, incluso de alimentos que llenan mucho, desde un plato de pasta proteica hasta un plato de fabada. Y aquí, alimentos sustitutivos como panes y tortillas reducidos en carbohidratos, pasta de konjac, masas de pizza proteica, repostería lowcarb, etc. juegan un papel fundamental para mantener al niño en esa dieta.

Pues bien, en el momento en que comenzamos a sustituir alimentos de alto índice glucémico por alimentos bajos en carbohidratos o incluso sin carbohidratos, empezamos a ver mejoría en su cara. Ha sido prácticamente milagroso y por eso me he decidido a escribir hoy sobre la mejor dieta para tratar el acné, que no es otra que una dieta baja en carbohidratos, eliminando los alimentos de alto índice glucémico, como por otro lado se ha demostrado en esta revisión de estudios de la Academia Norteamericana de Dermatología, o en este estudio, randomizado de la RMIT University (Melbourne, Australia) publicado en la revista The American Journal of Clinical Nutrition.

Estudios Científicos de la Dieta para tratar el acné

Precisamente, en dicho estudio Australiano de la RMIT University, se dividieron a los sujetos en dos grupos de manera aleatoria. A un grupo se le administró una dieta de bajo índice glucémico mientras que al otro grupo se le administró una dieta común rica en carbohidratos de alto índice glucémico. El objetivo era determinar si el tipo de dieta basado en alimentos de bajo índice glucémico mejoraba las lesiones de acné en jóvenes adolescentes. Al cabo de doce semanas, el grupo que seguía una dieta baja en carbohidratos había mejorado un 25% más que el grupo de control, teniendo en cuenta número de lesiones, pero además, había mejorado la severidad de las lesiones remanentes.

Y, como no podía ser de otro modo, los investigadores notaron que, además de los efectos en el acné, los participantes que habían seguido una dieta de bajo índice glucémico habían perdido de media 3Kg, habían mejorado su índice de masa corporal y habían tenido una mejora significativa de la sensibilidad a la insulina. Como conclusión de su estudio, los investigadores afirmaron que la mejora del acné y la sensibilidad a la insulina después de someterse a una dieta de baja carga glucémica sugiere que los estilos de vida relacionados con factores nutricionales juegan un factor importante en la patogénesis del acné, algo que, hace unos años, los dermatólogos prácticamente descartaban como explica la Dra. Lorea Bagazoitia, dermatóloga del Hospital Ramon y Cajal de Madrid, en su blog.

¿Te ha gustado este artículo?

Suscríbete al blog ahora de manera gratuita para recibir en tu correo electrónico los próximos artículos que vaya escribiendo sobre nutrición saludable dejándome tu dirección aquí. No la usaré para nada ajeno al blog ni recibirás correo basura mío, y podrás darte de baja en cualquier momento haciendo un sólo clic. Además, solo por suscribirte al blog podrás leer dos capítulos de mi libro La gran mentira de la nutrición de manera absolutamente gratuita, que creo que te gustarán bastante si tienes interés en cuidarte o cuidar de tu familia. También te agradezco que compartas este artículo en las redes sociales para darle difusión y llegar a más personas.

Volver a la rutina tras la pandemia

Todo apunta a que, salvo sorpresa mayúscula, estemos viviendo los últimos coletazos del COVID-19 y toca volver a la rutina tras la pandemia. Quizás nos queden meses por delante antes de recuperar por completo la normalidad, pero creo que ya hemos dejado lo peor atrás.

Estos casi dos años han sido -al menos para mí- absolutamente agotadores, tanto en lo físico como en lo mental. Por lo que veo a mi alrededor, una aplastante mayoría de personas se siente de manera parecida a mí, con ganas de recuperar la normalidad e incluso volver a esa rutina que tantas veces nos pareció aburrida antes de Marzo de 2020, cuando me atrevo a decir que nuestras vidas cambiaron por completo en cuestión de semanas y sin apenas previo aviso.

En mi caso concreto, puedo afirmar que me dejé llevar en gran medida por los acontecimientos. La correcta nutrición y alimentación pasaron a segundo plano hace dos años en mi casa, y no por casualidad, sino por verme desbordado por acontecimientos que hicieron mella inmediata en mi entorno. Afortunadamente, he tenido la suerte de que nadie de mi familia y muy pocos amigos cercanos han sufrido en primera persona la catástrofe de la enfermedad provocada por el virus. Sin embargo, las noticias que me llegaban directamente desde los distintos hospitales donde trabajan mis familiares eran realmente alarmantes, ya no solo por la gravedad de la pandemia, sino por la escasez de medios que hubo al principio.

Tras el estrés sufrido ahora necesitamos volver a la rutina tras la pandemiaEn aquella época pasé semanas buscando mascarillas, guantes, gel hidroalcohólico y todo lo que en aquel momento parecía necesario casi para sobrevivir, y el estrés me tenía bastante vencido. Mi mujer se puso a preparar los fines de semana algo parecido a trajes EPI con bolsas de basura de gran tamaño que teníamos en casa para dárselos a nuestros familiares que acudían a diario al hospital con poca o nula protección. Días antes de que se decretase el fin de las clases presenciales en los colegios y viendo como aumentaban los contagios e ingresos en hospitales, decidí dejar de llevar a mis hijos pequeños al colegio. A todo esto, mi hijo mayor estaba en Alemania, estudiando y trabajando, y antes de que pudiéramos darnos cuenta, no podía volver de manera sencilla ni le queríamos metido en un avión con otras 150 personas. Mis padres, bastante mayores y con factores de riesgo, eran otra fuente de preocupación continua.

Alarmado por la paulatina desaparición de alimentos de los supermercados, traté de comprar más conservas de lo habitual, compraba casi cualquier cosa que pudiera encontrar que tuviese una fecha de consumo preferente larga, e incluso agua embotellada, que en casa no usamos, y alguna garrafa de combustible, así como bombonas de gas propano para hornillos y quemadores portátiles. En mi casa todo es eléctrico y si hubiese habido cortes de luz hubiésemos tenido problemas graves. Mirando ahora en retrospectiva, todo lo que hice y compré me parece exagerado, pero claro, a toro pasado, porque en el momento me sentía, no como protagonista, sino como actor secundario de esos que caen a las primeras de cambio en una de esas series apocalípticas que se estrenan cada año.

Pero bueno, ahora creo que todo esto está en gran medida superado y el cambio de año me ha hecho comenzar con optimismo y volver a ver la vida de otro modo, así que estoy tratando de volver a la normalidad y, requisito indispensable, he comenzado por volver a la rutina nutricional, a comer bien y a sentirme sano. Ha sido muy sencillo en realidad, porque en cuanto he comenzado a comer bien, he comenzado a dormir bien. Quizás al principio me quitaba el sueño la pandemia, pero en algún momento la falta de sueño comenzó a ser un problema físico y no psicológico como al principio. Al segundo día de llevar una rutina nutricional adecuada estaba durmiendo como un lirón, algo que hacía casi dos años que no conseguía.

Y no solo eso. Durante la pandemia había vuelto a tener acidez y pesadez de estómago, y eso también ha desaparecido casi de inmediato. Sin duda, estaba comenzando a tener inflamación como antes de 2011, cuando tenía que tomar protector gástrico y antiácido a diario. Pero no ha sido esto lo único que he notado de golpe al volver a la alimentación saludable. Ha sido entrar en cetosis y recuperar de golpe una energía y una claridad mental que me había abandonado durante gran parte de estos dos años de pandemia. Me levanto con ganas de comerme el mundo.

Durante estos dos pasados años he sido consciente de que no estaba comiendo bien, y de que poco a poco -además de ganar algunos kilos- mi salud se estaba empezando a resentir. En agosto de 2020 yo también me contagié del virus SARS-COV-2, pero no desarrollé la enfermedad. De hecho, si no me hubiese hecho una PCR por aviso de un contacto cercano jamás me habría enterado de la infección, pues fui un contagiado absolutamente asintomático. Pero claro, en Agosto de 2020 yo llevaba casi 10 años siguiendo una alimentación muy sana y haciendo deporte y estoy convencido de que mi sistema inmunológico estaba funcionando a la perfección. Quizás eso tuvo algo que ver con no sufrir absolutamente ningún síntoma de la infección. Desde entonces me hago pruebas serológicas cada 3-6 meses y mis anticuerpos andan siempre disparados, hasta más de 4.000 BAU/mL, así que en mi caso al menos, ahí cae el mito de que los anticuerpos naturales solo duran unos cuantos meses.

Ahora, mi objetivo es recuperar esa forma física que tenía cuanto antes y asegurarme que mi sistema inmunológico y mi salud en general vuelven a estar al 100%. Y aunque pensé que me iba costar trabajo volver a la rutina después de todo este tiempo, la realidad es que está siendo, hasta el momento, más que sencillo de lo que esperaba. De modo que, si durante estos meses de pandemia te has sentido de manera parecida a mí y estás pensando que ya es hora de tomar las riendas y volver a sentirte mejor, te anticipo que es más fácil de lo que crees y que, en cuanto encadenes dos o tres días seguidos vas a notar cambios radicales, y te animo a que comiences cuanto antes porque, en el aspecto psicológico, esto es una ayuda adicional para dejar atrás todo lo que hemos vivido últimamente. Sé que te costará creerme si te digo que hasta me veo diferente en el espejo, pero como siempre digo, compruébalo y verás que no miento. Si la habías abandonado, vuelve a tu rutina, te lo agradecerás de inmediato y lo verás en el espejo.

¿Primera vez por aquí y no sabes por dónde empezar? Quizás leer estos comentarios de lectores y seguidores en Amazon te den una idea.

¿Te ha gustado este artículo?

Suscríbete al blog ahora de manera gratuita para recibir en tu correo electrónico los próximos artículos que vaya escribiendo sobre nutrición saludable dejándome tu dirección aquí. No la usaré para nada ajeno al blog ni recibirás correo basura mío, y podrás darte de baja en cualquier momento haciendo un sólo clic. Además, solo por suscribirte al blog podrás leer dos capítulos de mi libro La gran mentira de la nutrición de manera absolutamente gratuita, que creo que te gustarán bastante si tienes interés en cuidarte o cuidar de tu familia. También te agradezco que compartas este artículo en las redes sociales para darle difusión y llegar a más personas.