Categoría: Ansiedad

Artículos relativos a la ansiedad que sufrimos para adelgazar y como esta ansiedad afecta a nuestra pérdida de peso o incluso a su ganancia.

Adelgazar sin perder la Salud

Medicamentos que tomaba por mi obesidad

Medicamentos que tomaba por mi obesidad

Uno de los motivos principales que me llevó a adelgazar y que cada día compruebo que más gente comparte en su afán por perder peso es la mejora de la salud. Tenemos la enorme suerte de que nuestro organismo es muy agradecido y todo lo que hagamos por mejorar nuestra salud suele tener consecuencias inmediatas, especialmente en lo relacionado con la pérdida de peso. En mi caso, antes de adelgazar tomaba 6 pastillas diarias de medicación para mitigar diferentes dolencias. Al levantarme tomaba un protector gástrico (Anagastra 40), un regulador del ritmo cardiaco (Emconcor Cor) y una pastilla contra la ansiedad (Deanxit). Después de desayunar, tomaba un paracetamol de 1 gramo para mitigar los dolores musculares y articulares que sufría. Ya en la comida, tomaba antiácido (Almax o Alquen) para evitar digestiones pesadas y antes de acostarme me tomaba un relajante (Diazepam 2 mg). Algunos días también tomaba un Flatoril para evitar los gases, que luego he sabido que produce unos efectos secundarios a medio y largo plazo bastante nefastos para la salud. Además, si tenía un día malo y sufría ansiedad, también tomaba Alprazolam de 0,25 mg y si los dolores musculares eran intensos, un Nolotil, a veces incluso pinchado.

Como cuento en el libro, unos 45 días después de comenzar a adelgazar ya no tomaba ninguna medicación. En realidad, desde el primer día que comencé a comer del modo que lo hago ahora, mis problemas de salud fueron desapareciendo a ritmo de vértigo, infinitamente más rápido de lo que tardaron en aparecer. Tras 38 años de maltrato, mi organismo volvía a comportarse con normalidad en tan sólo unas semanas. Semanas en las que por cierto y como relato en el libro, adelgacé sin pasar hambre y sin sentirme mal con lo que comía. Adelgazar, además de curarnos por fuera, nos cura por dentro, y mucho más de lo que pensamos. No me cabe duda de que la industria farmacéutica depende en gran medida del sobrepeso de la población. No son pocas las dolencias derivadas del sobrepeso y lo peor es que los «medicamentos» a nuestro alcance no curan dichas dolencias sino que en el mejor de los casos mitigan los síntomas en tratamientos que pueden ser de por vida. Si no hubiese adelgazado seguramente hoy seguiría tomando seis, siete o incuso 8 pastillas al día, algunas de las cuales extremadamente caras.

Abril de 2011 - 113 Kg

Abril de 2011 – 113 Kg

Pero adelgazar recuperando la salud no es algo que pueda hacerse de cualquier modo. En el libro explico con cierto detalle que adelgazar y perder peso no son sinónimos. El organismo se resiente del lastre que supone tener almacenados kilos y kilos de grasa. Sin embargo, tener un peso elevado debido a una importante masa muscular, lejos se ser perjudicial es absolutamente beneficioso para el organismo. Por ello insisto tanto en que adelgazar es eliminar grasa y tenemos que diferenciarlo claramente de perder peso, que puede significar que además de grasa podemos estar perdiendo masa muscular o un exceso de líquido. La pérdida de masa muscular suele darse en dietas hipocalóricas en las que además de pasar hambre no recibimos los suficientes ácidos grasos esenciales (grasas) ni aminoácidos esenciales (proteínas). La pérdida de un exceso de líquido suele darse en situaciones de deporte cardiovascular continuado. Ni una cosa ni la otra son buenas para la salud.

Por ello, insisto una y otra vez en la importancia de adelgazar para recuperar la salud y no para perderla como puede ocurrir cuando seguimos dietas que nos matan de hambre o entrenamientos deportivos que acaban con nuestra reserva de energía, nutrientes y electrolitos. Cualquiera que tenga un problema de salud debe plantearse qué papel juega en su problema el sobrepeso que tenga. Yo jamás le di importancia hasta que me di cuenta, con sólo 38 años, que mi salud era un desastre. Y es que no hay más ciego que el que no quiere ver. Jaime Brugos me enseñó que las tres cosas más importantes para la salud son Nutrición, Nutrición y Nutrición. Esto, como cito al principio de mi nuevo libro «El Aceite de Coco, el elixir de la vida» es algo que ya nos enseñaba Hipócrates hace cerca de 2.500 años: «Que la comida sea tu alimento y el alimento tu medicina». Lo diré de manera directa una vez más: si tiene algún problema de salud, sea el que sea, estoy convencido que una buena nutrición puede ayudarle a mejorar cuando no solucionarlo por completo como me ocurrió a mí.

Adelgazar sin Ansiedad

Ansiedad y Desesperación

Ansiedad y Desesperación

Hace unos días intercambiaba unos interesantes comentarios con el bloguero Andrés que me han dado que pensar y me han hecho centrar el post de hoy en el tema de la ansiedad en la pérdida de peso. En mi libro Adelgazar sin Milagros he intentado, creo que con cierto éxito, convertir a lenguaje natural muchos de los temas que rodean a la pérdida de peso. De hecho, he tratado dentro de mis posibilidades de evitar la mayoría de los aspectos técnicos sobre la pérdida de peso y ceñirme precisamente al lenguaje coloquial y a los ejemplos que ilustren la forma de alimentarnos que promuevo y que a mi me ha resultado altamente beneficiosa para adelgazar.

Andrés traía a los comentarios del post una serie de consideraciones interesantes aunque ligeramente técnicas en el marco de este libro. Como ya he repetido, no pretendo que las personas que se lean el libro se vuelvan expertos en nutrición, sino más bien que aprendan a diferenciar la realidad de lo que comen y cómo esto afecta a su cuerpo. Por eso, aunque entiendo que es técnicamente diferenciable, no hago diferencia en el libro entre carbohidratos refinados, carbohidratos completos, alcoholes, azúcar, glucosa y otras fuentes de energía.

Creo que es importante explicarle a las personas que este combustible no aporta nutrientes y que su exceso produce la acumulación de grasa. Decía Andrés en su comentario que el podía incluir en su cena una patata hervida mediana con aceite de oliva. Lógicamente, el problema no está en esa patatita, sino en que es más que probable que el resto de alimentos que ingerimos junto con la patata de manera habitual también lleva patata y/o azúcar, maíz y soja.

También comentábamos sobre la necesidad de comer cinco, seis o incluso siete veces al día. En el proceso de pérdida de peso, efectuar muchas comidas es altamente beneficioso y, aunque también, no me estoy refiriendo ahora a los beneficios metabólicos, sino a los beneficios psicológicos que aporta para adelgazar. Comer cada dos o tres horas elimina la ansiedad por los alimentos, contribuyendo a que comamos sólo lo que realmente necesitamos y no necesitemos grandes raciones, lo que nos ayuda enormemente a perder peso. Estoy de acuerdo con Andrés en que una vez alcanzado un peso objetivo, y sobre todo cuando hemos aumentado considerablemente el ratio músculo/grasa, es posible incrementar el tamaño de las raciones y por tanto reducir el número de ingestas. Sin embargo, incluso en ese caso, a nivel psicológico, la ayuda que representa comer muchas veces al día para controlar la ansiedad es difícilmente sustituible por otra costumbre. Eliminar la ansiedad a la hora de ingerir alimentos, como recalco en el libro, es una de las claves para adelgazar y mantener un peso objetivo.

Desde aquí os animo, si sentís ansiedad por la comida, aumentar la cantidad de ingestas y reducir el tamaño de las mismas. En lugar de comerse un chuletón de buey de una sentada, partirlo en dos o tres trozos y tomárselo en varias tomas.

Nutrición y Salud, claves para adelgazar

Nutrición y Salud

Nutrición y Salud

Entre unas cosas y otras, mis problemas de salud comenzaron a mediados de 2008 y no desaparecieron hasta que cambié por completo mi rutina alimenticia y me propuse perder peso en abril de 2011. Durante algo más de dos años y medio lo pasé bastante mal, visitando un especialista tras otro y tomando medicación de todas las marcas, formas y colores. Lo mejor que puedo decir de la medicación es que me destrozó el hígado. No hizo nada más por mí que adelgazar mi cartera. Ya hablaré en otro post de lo que pienso de los tratamientos farmacológicos. Creo en la medicina, pero no en los tratamientos farmacológicos a largo plazo, que son el verdadero negocio de la industria.

Esta mañana he querido repasar objetivamente los datos que tengo de aquella época, recordar lo que pasé, y creo que es interesante compartirlo por varios motivos. En primer lugar, por si alguien se siente identificado, que sepa que tiene solución y que la solución no es atiborrarse de pastillas. En segundo lugar, para demostrar, como dice Jaime Brugos, que nuestra salud depende de tres cosas principalmente: Nutrición, nutrición y nutrición.

En enero de 2009 tras unos meses de intensos dolores en el pecho y brazos, varias crisis de ansiedad y malestar general, me realizaban una prueba de esfuerzo. Los resultados, afortunadamente, fueron bastante buenos, descartándose cualquier cardiopatía habitual. Una vez descartado un problema coronario, pasé por traumatólogos y reumatólogos. De esa visita obtuve un diagnóstico extendido que incluía «piés insuficientes», síndrome de hipertensión rotuliana, síndrome del tunel del carpio izquierdo, cervicalgias, maréos ortostáticos, dorsalgias, radiculalgia intercostal derecha e izquierda, probable hernia de hiato, lumbalgias mecánicas y posturales, sobrepeso y ansiedad. El tratamiento que me recetaron, además de aconsejarme adelgazar y corregir ciertas medidas posturales, fue interesante:

  • 1 Ampolla intramuscular de Neuromade Fuerte cada mañana (tensión muscular)
  • 1 Comprimido de Deanxit cada mañana con el desayuno (ansiedad)
  • 1 Comprimido de Anagastra 40 a media mañana cada día (problemas gástricos)
  • 3 sobres de Xumadol 1 gramo, desayuno, almuerzo y cena (dolores)
  • 1 Comprimido de Robaxin cada noche al acostarme (espasmos musculares)
  • 25 gotas de Fidium con desayuno, almuerzo y cena (mareos)
4 - 7 Septiembre 2009 - Digestivo

4 – 7 Septiembre 2009 – Digestivo

Como es lógico, entre pagar unos euros en la farmacia por unos medicamentos «mágicos» y adelgazar, opté por lo primero. Pasé por un electroneurograma para comprobar si los dolores en los brazos eran de origen nervioso, algo que también se descartó. De ahí me fui directo al digestivo para que comprobase si en efecto tenía una hernia de hiato, algo que también descartó tras la correspondiente prueba, pero sin embargo, si que aprovechó para diagnosticarme un hígado graso y síndrome de ansiedad con somatización digestiva y enfermedad por reflujo causada por el sobrepeso. Al tratamiento anterior le eliminó el Neuromade, el Fidium y el Robaxin y le adelantó el Anagastra 40 a antes del desayuno. Igualmente, me recomendó cambios en la dieta, perder peso y  realizar ejercicio moderado a diario. Además, en la exploración con ecografía encontró unas bolsas de gas bastante evidentes que a la postre se descubrió que eran las causantes de los dolores en los brazos por presión en zonas nerviosas.

En Septiembre de 2010, año y medio después del comienzo del periplo por todos los especialistas, volví de nuevo al cardiólogo con punzadas precordiales, estrés, meteorismo y crisis de ansiedad con molestias precordiales y palpitaciones. Nuevamente me descarta cualquier problema cardiológico, pero insiste en la pérdida de peso y me añade al tratamiento una pastilla de Emconcor 2.5 por la mañana y un Diazepam de 2 mg por las noches. A estas alturas seguía con mi Anagastra 40, mi Deanxit, mis tres sobres de paracetamol diarios y además, para controlar los gases y reflujos, Flatoril, Aero Red y Almax.

Mientras tanto, mi peso no descendía, mis dolores no remitían, y mi vida seguía siendo bastante lamentable en el plano de la salud. ¿Cuál es la conclusión que saqué en Abril de 2011 tras 2 años de tratamiento químico continuado? Básicamente, que no funcionaba. Probablemente me mitigase algunos síntomas, pero no me estaba curando. Tan sólo beneficiaba al accionista de la farmacéutica que fabrica los compuestos. Sin embargo, todos los especialistas coincidieron en una cosa. Unos les daban más importancia al tabaco que otros. Unos culpaban en parte al alcohol y otros lo descartaban. Pero en lo que todos estaban de acuerdo es en que tenía que perder peso.

Tras haber dejado el tabaco en Octubre de 2010, en abril de 2011 pesaba 113 Kg, mi record histórico. Mi estado de salud era deplorable y mi tratamiento no me daba ningún resultado. Me propuse entonces perder peso por si todos los especialistas habían dado en el clavo de manera simultánea y a mi se me hubiese pasado desapercibido el poder de la nutrición sobre la salud. El 11 de abril de 2011, unos días después del cumpleaños de mi mujer, comenzaba mi nueva rutina nutricional basada en la Isodieta y diseñada por Jaime Brugos. A principios de Junio, sólo 2 meses después, ya había dejado toda la medicación y todos los síntomas habían desaparecido. Había logrado perder ya 16 kilos y pesaba entonces 97. Como relato en el libro, mi pérdida de peso se mantuvo hasta más de el doble de lo alcanzado en aquel momento, llegando a perder 35 kilos en 4 meses y situando la báscula en 78 Kg. Adelgazar para mí fue sinónimo inmediato de salud.

7 - 16 Mayo 2011 - Digestivo

7 – 16 Mayo 2011 – Digestivo

Como puede apreciarse en la ecografía gástrica que me realicé el 16 de Mayo de 2011, apenas un mes después de comenzar con La Isodieta, las bolsas de aire habían desaparecido y como predijo el digestivo, con ellas los dolores precordiales y en las extremidades. De igual modo, el reflujo, las taquicardias y la ansiedad eran cosas del pasado.

Hoy, dos años y medio después, puedo afirmar que no he vuelto a ponerme malo, ni siquiera un mal resfriado. Todos mis «problemas» médicos desde entonces se han limitado a agujetas y algún dolor de cabeza esporádico. ¿Casualidad? No, Nutrición. Permítame un consejo: si tiene un problema médico difícil de diagnosticar cuyos síntomas le incomodan desde hace mucho tiempo, no busque la solución en los medicamentos, búsquela en los alimentos que ingiere, y si tiene sobrepeso, adelgace.

En este enlace puede ver y descargarse algunos de las distintos diagnósticos y tratamientos que recibí en aquella época. Cuando encuentre un hueco, también subiré las más de 20 radiografías distintas que me realizaron en distintos momentos de los diagnósticos.

Comer sin Ansiedad para adelgazar

Comer sin Ansiedad

Comer sin Ansiedad

Ayer me preguntaba un amigo que quiere adelgazar qué podía comer entre horas para llegar sin ansiedad a la siguiente comida. Lo cierto es que una de las claves para perder peso de manera eficaz sin pasar hambre es organizarse bien las comidas y no comer con ansiedad. En efecto, comer con ansiedad nos hace comer más, masticar menos y, en general, dificulta el proceso de adelgazamiento.

El caso es que más que preguntarnos qué podemos comer entre horas, lo que tenemos que procurar es comer tantas veces que no nos de tiempo, literalmente, a comer entre horas. Como digo en el libro, el cuerpo humano  puede asimilar suficientes nutrientes en una ingesta para funcionar correctamente durante dos o tres horas. De hecho, el ser humano, cuando nace, pide comida cada dos o tres horas y somos nosotros, a base de entrenamiento, los que prolongamos los períodos de ayuno hasta las seis, siete o incluso ocho horas.

En el libro sobre la Isodieta de Jaime Brugos, uno de los puntos más importantes para alcanzar la nutrición óptima de la que él habla es organizarse bien las comidas y comer cada tres horas más o menos. Cuando yo me puse a seguir su plan nutricional comía 7 veces al día, cada dos horas y media aproximadamente, y así logré perder 35kg en unos meses. Ahora como entre cinco y seis veces para mantener mi peso.

¿Qué se esconde detrás de esta práctica? En realidad son varios los beneficios que se desprenden de comer cada dos o tres horas. En primer lugar, el hacer comidas continuas cada pocas horas nos permite tener un aporte óptimo de nutrientes (siempre que esas comidas sean nutritivas) en sangre. Si estiramos los ayunos, habrá muchos momentos del día en que nuestras células no dispongan de todos los nutrientes que necesitan para una óptima regeneración celular. En segundo lugar, al hacer más comidas diarias, las cantidades que ingerimos en cada comida son menores, con lo que se producen menos picos de azúcar en sangre y no se dispara la insulina al torrente, reduciendo el riesgo de contraer síndrome metabólico.

Además, al comer cada pocas horas conseguimos no llegar nunca a la siguiente comida con el estómago vacío y una sensación de hambre atroz. Esto se traduce, entre otras cosas, en que  desaparece la ansiedad por la comida y por ende comemos menos, no más de lo necesario. De este modo conseguimos adelgazar sin pasar hambre, que debe ser uno de los objetivos que cualquier persona que quiera adelgazar tenga que plantearse.

El único inconveniente que tiene comer cada pocas horas es que es necesaria una mínima planificación de la agenda diaria para o bien llevarse comida de casa o bien estar en sitios en los que acceder a la comida sea factible. Pero esta planificación, desde ahora le aseguro, que además de ayudarle a perder peso le ayudará en sus obligaciones diarias. Incluso si no quiere perder peso, pruebe a comer unas cuantas veces más al día y pronto descubrirá que se siente mejor y más energético.

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